jueves, 17 de mayo de 2012

Cap 7


Capítulo Siete




Se alejaron ocho kilómetros del pueblo y estacionaron en la orilla arenosa de Angel Beach. La propiedad era privada y tuvieron que abrir una verja para llegar hasta allí. Era una zona que Lali conocía al dedillo. El bosque denso daba paso a la arena blanca y todo pertenecía a Henry.
Peter recostó la espalda contra el capó del Mustang, luego plantó un pie en el parachoques. Sacó dos Coors del pack de seis latas, colocando el resto del pack a su lado—. ¿Alguna vez bebiste cerveza?— preguntó, haciendo estallar las anillas de la parte superior y dándole una a Lali.
Henry le había dado permiso para probarla.
—Bueno, claro. Desde siempre.
Él le dirigió una mirada desde debajo de sus pestañas.
—¿Desde siempre?, ya— Se puso la lata en los labios y tomó un largo trago.
Lali lo observó y tomó un sorbo de su cerveza. Hizo una mueca de desagrado y giró la espalda mirando el Lago Mary a diez metros delante de ella. Un camino plateado surcaba las oscuras aguas con el reflejo de la luna llena. La estela parecía mágica, como si se pudiera recorrer la orilla por encima sin mojarse. Como si pudieras atravesar andando el agua y llegar a algún lugar exótico. Ella tomó otro sorbo de cerveza, y esta vez consiguió no poner mala cara. Una brisa fresca susurraba en su piel, pero no tenía frío.
—Parece que no quieres ir a la “U of I”.
Ella se volvió hacia Peter. Los rayos de la luna llena brillaban en su pelo oscuro.
—No, no quiero ir a la universidad ahora mismo.
—Entonces no vayas.
Ella se rió y tomó unos sorbos más de su cerveza.
—Si, de acuerdo. ¿Y cuándo tengo que querer hacer algo para hacerlo? Henry ni siquiera me preguntó a qué clases quería asistir. Sólo me matriculó y pagó.
Peter se quedó quieto un momento y Lali no tuvo que preguntarle lo que pensaba. La ironía era más fuerte que las palabras. Peter trabajaba duramente para ir a la universidad, un privilegio que su padre forzaba a aceptar a Lali.
—Dile al viejo que te deje en paz. Yo lo haría.
—Sé quelo harías, pero yo no lo puedo hacer.
Él puso a la vista la lata y preguntó,
— ¿Por qué no?
Porque siempre se había sentido como si tuviera una deuda con Henry por rescatarlas a su madre y a ella de ese pequeño remolque Airstream en las afueras de Las Vegas.
—Es sólo que no puedo—. Su mirada recorrió el negro contorno de las montañas antes de descansar otra vez sobre Peter—. Esto es tan extraño, —dijo ella—. Nunca habría pensado que tú y yo acabaríamos siendo colegas de borrachera.
—¿Por qué?
Lo miró como si fuera ligeramente retrasado.
—Porque tú eres tú. Y yo soy yo, —dijo y tomó unos sorbitos más.
Su mirada se entrecerró.
—¿Quieres decir porque tú eres la hija del alcalde y yo soy su hijo bastardo?
Su brusquedad la asombró. La mayor parte de la gente que conocía no decía las cosas tan directamente. Besaban el aire encima de la mejilla y le decían lo bueno que era todo aunque no lo fuera. Se preguntó como sería tener la libertad de hacerlo así.
—Bueno, yo no lo diría de ese modo.
—¿Cómo lo dirías entonces?
—Diría que tu familia me odia, y que la mía no te tiene cariño.
Él inclinó la cabeza para atrás y se terminó su cerveza. La estudió desde el borde de la lata hasta que la bajó otra vez.
—Es un poco más de complejo que eso.
—Cierto. Te has pasado la mayor parte de tu vida torturándome.
La comisura de su boca llena se curvó.
—Nunca te torturé. Algunas veces te gasté bromas.
—¡Ja! Como cuando estaba en tercer grado y me dijiste que Reggie Overton secuestraba a las niñitas rubias y se las daba de comer a sus dobermans. Estuve aterrorizada con Reggie durante años.
—Y tú te has pasado la mayor parte de tu vida caminando a mi alrededor con la nariz alzada como si yo oliera mal.
—No, no lo hice— Lali se dijo que nunca lo había tratado así.
—Sí, lo hiciste — aseguró.
—¿Porqué me besaste esta noche?
Su mirada se deslizó hacia su boca.
—Curiosidad.
—¿Curiosidad por ver si te dejaba?
Él se rió silenciosamente y deslizó los ojos por la fila de botones que cerraban su vestido.
—No —dijo como si el rechazo nunca se le hubiera ocurrido. Volvió la mirada a sus ojos—. Curiosidad por saber si sabes tan dulce como parece.
Ella se estiró todo lo alta que era y bebió unos sorbos más de la cerveza para adquirir el  coraje de preguntarle:
— ¿Qué decidiste?
Él levantó un dedo y dijo con una voz baja y sensual
— Ven aquí, Fierecilla.
Algo en su voz, lo que dijo y la forma en que lo hizo, la llevaron hasta él como si estuviesen atados con una cuerda y él hubiera tirado de ella. Sintió un cosquilleo en el estómago.
—He decidido que sabes como el vino de arándanos del Tío Josu. Definitivamente dulce, pero con un toque caliente.
Ella escondió su sonrisa detrás de la lata de Coors. Quería ser como ese vino.
— ¿Es malo?
Él tomó la cerveza de su mano y la colocó detrás de él en el capó del coche.
—Depende de lo que quieras hacer con eso—. Él colocó su cerveza al lado de la de ella y se levantó con un movimiento fluido. Colocó dos dedos debajo de su barbilla y miró fijamente a sus ojos—. ¿Te ha besado alguien alguna vez hasta que estabas tan caliente que ardías?
Ella no contestó, no queriendo admitir que nunca había estado tan consumida u ofuscada por la pasión como para perder la cabeza o el miedo por Henry.
Peter llevó sus manos a ambos lados de su cuello, e indagó en sus ojos.
—¿Hasta que no te preocupaba ninguna otra cosa?— Él bajó su cara hasta su oreja—. ¿Ha tocado alguien tus pechos?— murmuró—. ¿Debajo de la camisa, debajo del sujetador? ¿Dónde tu piel es caliente y suave?
Su lengua se le pegó al paladar.
—¿Ha metido la mano dentro de tus bragas?— Su boca abierta y caliente se movió por su mejilla—. ¿Sintiendo cómo estabas resbaladiza y lista entre tus piernas?
Además de en la clase de salud, nadie nunca había hablado antes a Lali sobre el sexo. Ella lo sabía, lo había aprendido de películas y de escuchar sin querer a otras chicas de la escuela. Incluso Cande asumía que era una puritana, pero aparentemente Peter no. Peter había visto lo que nadie más, y en lugar de sentirse ofendida por su lenguaje, ella giró la cara y lo besó. Durante años había oído rumores sobre sus éxitos sexuales. Ella no quería que él pensara que era ingenua y aburrida en comparación y a propósito aumentó la pasión y le devoró con sus labios y su lengua. Se dejó caer de cabeza en el calor ardiente que quemaba su piel. Su joven cuerpo se llenó de los jugos calientes del deseo, y por primera vez en su vida, se dejó llevar.
El beso barrió totalmente sus diferencias, dejándolas fuera por el exceso de la pasión. Sus manos se movieron a su espalda y se deslizaron por ella. Tomó sus nalgas con las palmas de las manos y la puso de puntillas aplastando sus pechos contra su tórax. Él la apretó contra su pelvis y la dejó sentir su dura erección. Ella no tuvo miedo. En vez de eso se sintió libre. Liberada para explorar por sí misma lo qué otras chicas de su edad sabían. Liberada para ser una deseable chica de dieciocho años a punto de convertirte en una mujer. Se excitó con las nuevas sensaciones y asombrada, quiso que la tocara como a cualquier otra chica. Para perderse en él.
Él se echó hacia atrás y la dejó deslizarse por su cuerpo.
—Es mejor que nos paremos aquí, Fierecilla.
Pero Lali no quería detenerse. Aún no. Ella se deslizó por su pecho, amoldando perfectamente su cuerpo al de él. Se relamió los labios y degustó su sabor.
—No—.  Un escalofrío lo recorrió y él clavó los ojos en ella como si quisiera apartarla de un empujón pero realmente no pudiera hacerlo. Lo miró a los ojos, luego bajó la mirada rozando su cara apuesta. Besó su mejilla y justo debajo de su oreja—. No nos detengamos—. Ella abrió la boca y chupó su piel caliente. Él olía a jabón y a piel y a brisa fresca de la montaña.
Las manos de Peter se movieron a su cintura, luego resbalaron por sus lados, aferrando la tela de su vestido. La bastilla se subió hasta la parte superior de sus muslos, y él presionó su erección contra su abdomen—. ¿Estás segura de que ésto es lo que quieres?
Ella inclinó la cabeza.
—Dímelo. Dime que no es un error.
—Tócame como dijiste.
Él llenó la palma de su mano con su pecho derecho.
—¿Aquí?
Su pezón se convirtió en un punto duro.
—Sí.
—No has contestado a mi pregunta. ¿Te ha tocado alguien alguna vez así?
Ella miró sus ojos, y fue como si viese el otro lado de Peter. Por primera vez vio detrás de su impresionante cara, al hombre que había dentro. No conocía a este Peter. Su mirada era intensa, pero la acarició como si fuera muy delicada.
—No.
—¿Por qué?— suavemente acarició con el pulgar sobre la punta de su pecho, y ella se mordió los labios para no gemir en voz alta—. Eres preciosa, Lali, y podrías tener a cualquiera que quisieras. ¿Por qué yo?
Sabía que no era hermosa, no como su madre. Pero tal y como la miró y la tocó, y el tono de su voz cuando lo dijo casi se lo hicieron creer. La hacía creer que cualquier cosa era posible.
—Porque haces que no quiera decir que no.
Él gimió con profundidad en su garganta y bajó su boca a la de ella una y otra vez. El beso comenzó como una ligera caricia de sus labios pero rápidamente se volvió duro, húmedo, áspero. El empuje carnal de su lengua tocó algo igualmente carnal dentro de ella y se retorció contra él. Ella quiso meterse dentro de Peter, sentirse rodeada por él. Cuando él finalmente la apartó, su respiración era pesada. Alcanzó los botones que le cerraban el vestido, y miró fijamente sus ojos mientras trabajaba hacia abajo hasta que el algodón rosa estuvo abierto hasta su cintura. Una punzada de aprensión penetró en la neblina ardiente que anegaba su cabeza. Nadie la había visto desnuda nunca, y aunque quería que la tocara, no quería que la mirara. No un hombre como Peter que había visto más de la parte que le correspondía de mujeres desnudas, pero entonces él abrió el vestido y pasó el tiempo de decirlo. El aire fresco coqueteó con sus pezones ya tensos, y él bajó la mirada a sus pechos desnudos. La miró tan fijamente que su aprensión aumentó y ella levantó las manos para ocultarse de él.
—No te escondas de mí—. Él agarró sus muñecas y las puso detrás de su espalda. Su columna vertebral se arqueó, y los tirantes de su vestido se deslizaron por sus brazos. Él otra vez se apoyó contra el capó del coche, apretando su cara contra sus pechos desnudos. Murmuró su nombre, luego besó su hendidura. Su mejilla fresca acarició el interior de sus pechos, y ella se olvidó completamente de su aprensión—. Eres preciosa—. Sus palabras calentaron su piel y tiraron de su corazón, y esta vez ella creyó lo que le decía. Él descansó la frente contra ella, su pelo oscuro contrastaba extremadamente con su piel blanca—. Sabía que lo serías. Siempre lo he sabido. Siempre—. Luego su boca caliente se movió sobre su pecho y deslizó la abertura de sus labios sobre la misma punta—. Sabía que serías rosada aquí mismo.
Durante un fugaz segundo Lali se preguntó cómo lo sabía, pero entonces su lengua rodeó su pezón y su cerebro se cerró a cualquier pensamiento coherente. Su respiración se hizo menos profunda, observó como su lengua se torcía, lamiéndola.
—¿Te gusta esto?
Detrás de ella, las manos de Lali se apretaron en puños.
—Sí.
—¿Cuánto?
—Esto... bastante.
—¿Quieres más?
Lali cerró los ojos y su cabeza cayó a un lado.
—Sí — contestó, y él dibujó su pezón con su boca. Sus labios apretaron y ella sintió el tirón entre sus piernas. Se sentía bien. Tanto que no quería que se detuviera. En toda la vida. Su boca se movió al otro pecho y también chupó ese pezón. Su lengua lamía y estoqueaba y la conducía más allá—. Peter —murmuró y soltó sus muñecas de su agarre. Su vestido cayó al suelo alrededor de sus pies. Ella metió los dedos en su pelo, acercándole más a su pecho.
—¿Más?
—Sí— Realmente no sabía exactamente lo que quería, pero definitivamente quería más de ese dolor ardiente que se formaba en su abdomen. Quería más de él.
Una de sus grandes manos calientes se deslizó entre sus piernas y él suavemente la ahuecó en su entrepierna. El delgado algodón de su ropa interior era la única barrera que separaba la palma de su mano de su carne sensible—. Estás mojada.
El dolor abrasador se intensificó y apenas podía hablar.
—Lo siento — se disculpó.
—No lo hagas. Siempre he querido hacerte mojar las bragas—. Él se levantó otra vez y le dio un beso rápido. Luego la cogió por la cintura y la colocó en el capó del Mustang que acababa de dejar libre. Le movió los pies al parachoques de cromo y dijo — Acuéstate, Lali.
—¿Por qué?— Ella le puso una mano en el pecho y luego la movió a la parte delantera de sus pantalones vaqueros, presionando contra la protuberancia dura debajo de su cremallera.
Él contuvo la respiración y empujó sus hombros hasta que ella yació con la espalda contra el fresco metal—. Porque voy a hacerte sentir realmente bien.
—Ya me siento bien—. Le tendió los brazos y él se situó entre sus muslos.
—Entonces voy a hacerte sentir mejor todavía—. Plantó las palmas de las manos a ambos lados de su cabeza y la besó como si quisiera abrasarla. Cuando levantó su boca otra vez le dijo — Voy a hacerte arder.
Lali miró hacia arriba, a su bella cara y quiso que hiciera el amor con ella. Quería saber lo qué otras mujeres de su edad sabían. Quería que Peter se lo enseñara. —Sí —dijo, todo lo que él quisiera.
Él sonrió mientras sus hábiles manos bajaban sus bragas por sus piernas. Ella sintió el algodón deslizándose por sus pantorrillas y entonces le sacó la ropa interior. Sus manos subieron por la parte interior de sus muslos, y uno de sus pulgares la tocó donde estaba más resbaladiza. El placer fue indescriptible. Sus dedos acariciaron su carne húmeda hasta que quiso gritar.
—¿Más?
—Sí, —murmuró ella cerrando los ojos—. Más—. Su toque era tan bueno que era casi doloroso, haciendo crecer intensamente la presión de su ingle. Ella quería llegar al final, pero al mismo tiempo seguir así para siempre. Lo quería desnudo y encima de ella, llenando sus brazos con su cuerpo caliente. Ella abrió los ojos y lo miró, parado entre sus rodillas, mirando hacia abajo con los párpados bajados—. Haz el amor conmigo, Peter.
—Te daré algo mejor que el amor—. Se puso sobre una rodilla y suavemente le besó el interior del muslo, Lali se quedó petrificada, sumamente agradecida de estar rodeada de oscuridad. Cuando dijo que sí, no había querido decir eso. Habría apretado las piernas pero Peter estaba en el medio. No estaba segura lo que él iba a hacer, pero estaba bastante segura de que no iba a hacer eso.
Pero lo hizo. Deslizó sus manos debajo de ella acercándola a su boca abierta y caliente. El impacto inapelable la mantuvo en silencio. No podía creer lo que él había hecho. Lo que estaba haciendo. Quería decirle que se detuviera, pero no pudo decir ni una sola palabra cuando un placer arrollador comenzó a formar remolinos sobre su cuerpo. No pudo controlar el temblor que hormigueó hacia arriba por su columna vertebral y en lugar de empujarlo, arqueó la espalda. Su lengua y su boca acariciaban suavemente entre sus piernas de la misma forma que habían besado sus pechos.
—Peter, —gimió y le sujetó la cabeza con ambas manos. El placer aumentaba, tensándose y cada toque de su lengua la empujaba hacia el pico del clímax. Él puso uno de sus talones sobre su hombro e inclinó sus caderas. La tomó totalmente con su boca rozando su carne sensible. Las increíbles sensaciones se fortalecieron y arrollaron su cuerpo, entonces la empujaron a la cima.
Las estrellas por encima de su cabeza se desdibujaron mientras se sentía deslizar sobre una ola de éxtasis ardiente.  Gritó su nombre una y otra vez mientras el calor ardiente atravesaba sus pechos y sus muslos. Contracciones involuntarias la hicieron temblar, y cuándo acabó se sintió distinta. Se escandalizó por lo que había hecho y quien se lo había hecho, pero no estaba arrepentida. Nunca se había sentido tan cerca de ninguna otra persona en su vida, y quiso que la abrazase.
—¿Peter?
Él con mucho cuidado le besó el interior de su muslo.
—Mmm.—
Al contacto de sus labios, repentinamente se volvió muy consciente de su bochornosa posición. Se tocó las ardientes mejillas mientras quitaba el pie de su hombro y se incorporaba.
Él se levantó y ahuecó su cara entre sus manos.
—¿Más?
No era ni ingenua, ni estúpida y supo perfectamente lo que le preguntaba. Quería darle el mismo impresionante placer que él le había dado.
—Más—. Sacó la camiseta de la cinturilla de sus pantalones vaqueros y abrió los botones de su bragueta. Sus manos la cogieron de las muñecas y la detuvieron.
—Espera un minuto —dijo antes de que un rayo de luz le golpease en plena cara—. ¡Joder!
Lali miró por encima de su hombro y los dos focos de un coche dirigidos hacia ellos la cegaron. Adrenalina pura pasó como un relámpago por sus venas, y empujó a Peter y se bajó de un salto del capó al mismo tiempo. Su vestido yacía a sus pies y lo cogió al mismo tiempo que el Lincoln plateado de Henry se paraba al lado del Mustang. Se metió el vestido de verano por la cabeza pero sus manos le temblaban tanto que no lo podía abotonar.
—Ayúdame —gritó a nadie en particular.
Peter giró e intentó abotonar los botones de la cintura del vestido. Le murmuró algo, pero no lo pudo oír sobre el martilleo de sus oídos.
—¡Apártate de ella!— gritó Henry a voz en cuello y al segundo abrió la puerta del coche.
Cerró los dos botones de arriba pero estaba indefensa para controlar el pánico que fluía dentro de ella. Recorrió el suelo con la vista y vio el gran pie de Peter pisando sus bragas. Los pequeños sollozos llenaron sus pulmones.
—¡Saca tus malditas manos asquerosas de ella!
Lali levantó la mirada cuando Henry los alcanzó. Él apartó de un empujón a Peter y la apretó contra él. Ambos hombres eran de la misma altura, la misma constitución, los mismos ojos verdes brillando intermitentemente. Los faros del Lincoln iluminaban cada penoso detalle. La camisa de vestir de Henry, su pelo plateado
—Nunca pensé que te rebajarías hasta este punto, —dijo Henry señalando a Peter—. Siempre he sabido que me odiabas, pero nunca pensé que caerías tan bajo sólo para vengarte de mí.
—Tal vez esto no tenga nada que ver contigo —dijo Peter, bajando las cejas.
—Y una mierda que no tiene nada que ver conmigo. Me has odiado toda tu vida, y has estado celoso de Lali desde el día en que me casé con su madre.
—Cierto. Te he odiado toda mi vida. Eres un hijo de puta, y el favor más grande que le has hecho a mi madre fue negar que alguna vez te acostaras con ella.
—Y finalmente te quitaste la espina. La única razón de que follases a Lali fue para vengarte de mí.
Peter cruzó los brazos sobre su pecho y apoyó su peso sobre un pie.
—Tal vez la follé porque me pone como una piedra.
—Debería mandarte al infierno.
—Dame tu mejor golpe, viejo.
—Oh, Dios mío —gimió Lali acabando con los botones de su vestido—. Henry, nosotros no…
—Vete al coche, —la interrumpió Henry.
Ella miró Peter, al amante tierno que la había hecho sentirse bella.
—¡Diselo!— Hacía unos momentos se había sentido muy cerca de él, ahora no le conocía del todo. Parecía relajado, pero era una ilusión. O tal vez si conocía a este Peter. Este hombre hosco ante ella era el Peter con el que había crecido; El hombre que la había recogido antes había sido una ilusión—. Por favor, dile que no ocurrió nada, — le suplicó, para que le echara una mano—. ¡Dile que no hicimos nada!
Una ceja se levantó en su frente.
—¿En qué exactamente quieres que le mienta, Fierecilla?— preguntó—. Te vio sentada sobre el capó de mi coche. Si hubiera llegado unos minutos antes, habría visto muchísimo más.
—Obtuviste tu venganza, ¿no es cierto?— Henry agarró el brazo de Lali y la empujó hacia Peter—. Cogiste a una chica inocente y la ensuciaste sólo para ajustar cuentas conmigo.
Lali miró la dura mirada de Peter y no supo qué creer. Quería creer que le importaba algo, pero los ojos que la miraban eran tan fríos. Varios minutos antes le habría dicho a Henry que estaba en un error, pero no sabía qué pensar ahora.
—¿Es cierto?— le preguntó mientras una lágrima se deslizaba por sus mejillas calientes—. ¿Me usaste para vengarte de Henry?
—¿Es lo qué piensas?
Lo que le había hecho era tan privado, tan íntimo, que pensó que no podría soportar saber que la había usado. Quería que le dijera a Henry que estaba equivocado, que la había besado y acariciado porque la quería, no porque odiase a Henry.
—¡no lo sé!
—¿No?
—No.
Él no habló hasta después de lo que pareció una eternidad, luego le dijo:
— Entonces cree a Henry.
Un sollozo quedó atrapado en su garganta y se fue tropezando hacia el Lincoln. Sentía como si tuviera un agujero en el pecho, y logró meterse en el coche antes de que la segunda lágrima se deslizase por su mejilla. El frío cuero bajo su trasero desnudo le recordó que estaba completamente desnuda bajo el vestido. Miró fijamente a través de la ventana a ambos hombres, y por encima del latir de su corazón, oyó a Henry amenazar a Peter.
—Mantente lejos de mi hija —gritó—. O te mantienes alejado o haré de tu vida un infierno.
—Podrás intentarlo —dijo Peter, sus palabras eran apenas audibles a través del grueso cristal de la ventanilla—. Pero no hay nada que me puedas hacer.
—Ya lo veremos—. Henry se movió al lado del conductor del Lincoln—. Mantente lejos de Lali — advirtió por última vez y se deslizó en el asiento delantero. Dio marcha atrás, y los focos iluminaron a Peter durante cortos segundos. Y en esos pocos segundos, su camiseta resplandeció de un blanco brillante, el algodón suave no estaba metido dentro de la cinturilla del pantalón, y el botón de arriba de sus pantalones vaqueros estaba desabrochado. Se inclinó para recoger algo, pero Henry hizo girar las ruedas y el coche giró hacia la carretera antes de que pudiera ver lo que había recuperado de la tierra. Pero no tenía que verlo, lo sabía. Cuidadosamente, ahuecó su vestido bajo su trasero desnudo.
—Esto va a matar a tu madre —se enfureció Henry.
Probablemente, pensó Lali. Se miró las manos y una lágrima cayó en su pulgar.
—Fue a tu habitación a darte las buenas noches, pero no estabas allí—. El Lincoln aceleró encima de la carretera principal, y Henry revolucionó más el gran motor—. Está tremendamente preocupada. Tiene miedo de que te hayan secuestrado.
Lali se mordió los labios para no soltar la acostumbrada disculpa. No le importaba haber preocupado a su madre.
—Pero espera que sepa la verdad será peor que cualquier cosa que pudiera haber imaginado.
—¿Cómo me encontraste?
—No creo que tenga importancia, pero varias personas te vieron subir al coche de Lanzani. Si no hubieras dejado la verja abierta en Angel Beach, me habría llevado más tiempo, pero te habría encontrado.
Lali no lo dudaba. Volvió la mirada a la ventanilla del copiloto y se quedó mirando fijamente la noche oscura.
—No puedo creer que me persiguieras. Tengo dieciocho años de edad y no puedo creer que condujeras por el pueblo buscándome como si tuviera diez.
—Y yo no puedo creer que te encontrara desnuda como una prostituta de dos pavos —dijo y dejó su arenga verbal hasta que aparcó el Lincoln en el garaje.
Tan calmada como era posible dadas las circunstancias, Lali salió del coche y entró en la casa. Su madre la encontró en la cocina.
—¿Dónde has estado?— preguntó Gwen, su mirada bajó de la cara de Lali a los pies y volvió a subir.
Lali pasó de largo sin contestarle. Henry se lo diría a su madre. Siempre lo hacía. Entonces juntos decidirían su destino. Probablemente la castigarían sin salir como si fuera una niña. Subió las escaleras a su dormitorio y cerró la puerta detrás de ella. No trataba de esconderse. Tenía mejor criterio, y aunque no lo tuviera, la lección de esta noche le mostró la futilidad de su independencia.
Miró su reflejo en el espejo francés. El rimel estaba corrido por sus mejillas, sus ojos estaban rojos y su cara pálida. Por lo demás estaba como siempre. No parecía como si su mundo hubiera cambiado y estuviera en un nuevo lugar. Su cuarto estaba igual que horas atrás cuando se había escapado por la ventana. Las fotos en el espejo, y las rosas de su cubrecama eran iguales que siempre, pero todo era diferente. Ella era diferente.
Había dejado que Peter le hiciera cosas que nunca se había supuesto ni en sus sueños más descabellados. Sabía que existía el sexo oral. Algunas chicas de la clase de matemáticas se habían jactado de conocer como era, pero hasta esa noche, Lali nunca había creído que la gente realmente hiciera ese tipo de cosas. Ahora tenía otra perspectiva. Ahora sabía que a un hombre ni siquiera tenía que gustarle la chica con la que estaba. Ahora sabía que un hombre podía hacerle cosas increíblemente íntimas a una mujer por otras razones que la pasión o la atracción mutua. Ahora sabía lo que era ser usada.
Cuando pensaba en la boca caliente de Peter presionando en el interior de su muslo, sus mejillas pálidas se pusieron al rojo vivo y desvió la mirada de su reflejo. Lo que vio la avergonzó. Había querido sentirse libre. Librarse del control de Henry. Liberarse de su vida.
Era una tonta.
Lali se puso un par de pantalones vaqueros y una camiseta, luego se lavó la cara. Cuando acabó, fue al despacho de Henry, dónde sabía que sus padres la estaban esperando. Estaban detrás del escritorio de caoba, y por el gesto de la cara de Gwen, Henry la había puesto al tanto de cada penosísimo detalle.
Los azules ojos de Gwen estaban muy abiertos cuando miró a su hija.
—Bueno, no sé que decirte.
Lali se sentó en una de las sillas de cuero de delante del escritorio. No saber qué decir nunca había detenido a su madre antes. No la detuvo ahora.
—Dime que Henry está equivocado. Dime que no te vio en una situación sexualmente comprometida con ese chico Lanzani.
Lali no dijo nada. Sabía que no ganaría. Nunca lo hacía.
—¿Cómo pudiste?— Gwen negó con la cabeza y colocó una mano en su garganta—. ¿Cómo pudiste hacerle eso a esta familia? ¿Mientras salías a hurtadillas por la ventana del dormitorio no pensaste en la posición de tu padre en esta comunidad? ¿Mientras dejabas que el chico Lanzani pusiera sus manos sobre ti, te detuviste un segundo a pensar cómo tu padre se angustiaría por tus acciones?
—No — contestó Lali. Cuando la cabeza de Peter estaba entre sus muslos, no había pensado en sus padres. Había estado ocupada humillándose completamente.
—Tú sabes como adora este pueblo cotillear. Mañana, a las diez en punto, todo el mundo sabrá de tu comportamiento vergonzoso. ¿Cómo pudiste hacerlo?
—Has lastimado a tu madre profundamente,—agregó Henry. Eran como un equipo de lucha, cuando uno saltaba y el otro se retiraba—. Si tu deshonroso comportamiento se llega a saber, entonces no sé cómo mantendremos la cabeza alta en este pueblo—. Henry la señaló con un dedo—. Nunca esperamos esto de ti. Siempre fuiste una chica tan buena. Nunca pensamos que pudieras hacer algo tan vulgar. Nunca pensamos que deshonrarías esta familia. No eres la persona que creíamos que eras. Incluso creemos que no te conocemos.
Las manos de Lali se cerraron con fuerza. Pero tenía mejor criterio que decir nada. Defenderse sólo haría que todo fuera peor. Sabía que si decía algo, Henry consideraría que estaba discutiendo con él, y Henry odiaba que cualquiera discutiera con él. Pero Lali no podía evitarlo.
—Eso es porque nunca has querido conocerme. Sólo te interesa como te hago quedar. A ti no te importa cómo me siento.
—Lali — Gwen se quedó sin aliento.
—A ti no te importa que no quiera ir ahora a la universidad. Te dije que no quería ir, pero igualmente me haces ir.
—De eso iba todo esta noche —dijo Henry como si fuera un Dios omnipotente—. Te quisiste vengar de mí por saber lo que es más conveniente para ti.
—Esta noche se trataba de mí —dijo mientras se levantaba—. Quise ir a divertirme y ser una chica normal de dieciocho años. Quise tener una vida. Quise sentirme libre.
—Quieres sentirte libre echando a perder tu vida.
—¡Sí! Libre para echar a perder mi vida si quiero, igual que todos los demás. Nunca tengo la libertad de hacer nada. Tú lo eliges todo. Nunca tengo opciones.
—Y está bien así — Gwen asumió el control—. Eres inmadura y egoísta, y esta noche escogiste al único chico que podría herir a esta familia. Elegiste a una persona cuyo único interés en ti era vengarse de Henry.
Lo que le había hecho Peter era la humillación más horrible que había sufrido, pero la mayor desesperación era saber que su vida se pondría peor. Miró a sus padres y supo que no iba a ganar. Nunca lo entenderían. Nunca cambiarían. Y ella nunca escaparía.
—Te has rebajado, y apenas puedo aguantar mirarte —continuó su madre.
—Entonces no lo hagas. Vas llevarme a la Universidad de Idaho en una semana. Llévame mañana—. Lali se dirigió a su habitación, la resignación pesaba en sus hombros. Subió las escaleras, sus pies eran de plomo, su corazón estaba vacío, demasiado exhausto para llorar. Ni siquiera se molestó en sacarse los pantalones vaqueros antes de subir a la cama. Miro fijamente para arriba al dosel rosado y supo que no podría dormir, y estuvo en lo cierto. Su mente revivió con detalle cada atroz suceso de las pasadas horas. Lo que sus padres habían dicho. Lo que había dicho ella, y qué nada cambiaría. Y no importó lo mucho que procuró evitar pensar en Peter, su mente volvía una y otra vez a él. Recordó su toque cálido, la fresca textura sedosa de su pelo en sus dedos, y el sabor de su piel. Cerró los ojos y prácticamente notó su caliente boca mojada en sus pechos y más abajo. No supo por qué lo había dejado engañarla con esas cosas. Le deberían haber bastado sus experiencias previas con él para saber que podía ser agradable un minuto y ser como una serpiente al siguiente. ¿Por qué Peter Lanzani de entre todas las personas?
Lali ahuecó la almohada y se puso de lado. Puede que porque él siempre había sido tan libre, y siempre la había fascinado con su cara divina y sus gestos salvajes. Puede que porque era tan guapo que la dejaba sin respiración, y esta noche la había hecho sentir como si fuera bella también. La había mirado como un hombre que quería hacer el amor con una mujer. La había tocado como si la quisiera. Pero todo eso había sido una mentira. Una ilusión, y ella había sido una tonta ingenua.
Te daré algo mejor que el amor, le había dicho. Que hubiera escogido ese método en particular era algo que no entendía. Pero no podía haber escogido nada que la humillara más aunque hubiera tenido años para planearlo. La había desnudado, y el había estado todo el rato vestido. Él la había tocado por todas partes, y ni siquiera había obtenido un vislumbre de su pecho desnudo.
Su único consuelo era que nadie sabía, ni Henry, exactamente qué había pasado sobre el capó del Mustang de Peter. Y a menos que Peter hablase de eso, nadie lo sabría. Tal vez su madre estaba equivocada. Tal vez nadie hablaría de ello.
Pero Gwen sólo se equivocó sobre el tiempo que llevó que los cotilleos la alcanzaran. Fue al mediodía, no a las diez, cuando al día siguiente Cande telefoneó y le dijo a Lali que alguien había visto a Peter y a ella en el Charm Inn de la cercana ciudad de Garden. Otro rumor los situaba desnudos corriendo a través de Larkspur Park y practicando el sexo sobre los columpios. E incluso en otro rumor Peter y ella habían sido vistos en el callejón detrás de la licorera, bebiendo tequila y acostándose en el asiento trasero de su coche.
Repentinamente ser despachada a la universidad no parecía tan malo. La Universidad de Idaho no era la primera elección de Lali, pero estaba a  cuatro horas de Truly. A cuatro horas de sus padres y de su asfixiante control. A cuatro horas de los rumores que recorrían el pueblo como un huracán.  A cuatro horas de tener que poner los ojos en Peter o en cualquier miembro de su familia.
No, puede ser que la “U of I” no fuese tan horrible después de todo.
—Si obtienes buenas calificaciones y te comportas bien, entonces —dijo Henry en el viaje en coche a Moscú, — tal vez aligeremos tus clases el año que viene.
—Realmente eso sería genial — había dicho con gran desánimo. El  año siguiente era dentro de doce meses, y estaba segura de que haría algo en ese lapso para desagradar a Henry. Pero lo intentaría. Como lo hacía siempre.
Lo hizo durante un mes, pero con su primer sorbo real de libertad se fue derechita al grano, tomó la directa en su primer semestre. Perdió su virginidad con un fornido sindicalista llamado Rex y cogió un trabajo de camarera en el Bar & Grill de Ducky que era más bar que parrillada.
El dinero de su trabajo le dio aun más libertad, y cuando cumplió diecinueve años ese febrero, abandonó la residencia. Sus padres estaban lívidos, pero no le importó. Compartió casa con su primer novio, un levantador de pesas llamado Rocky Baroli. Continuó su educación universitaria leyendo los increíbles pectorales de Rocky y asistiendo a cuanta fiesta podía dentro y fuera del campus. Aprendió la diferencia entre un Tom Collins y un vodka Collins, importado y autóctono.
Había tomado su nueva independencia y había corrido hacia ella. La había agarrado con ambas manos y le había dado un mordisco bien grande, y no iba a regresar nunca. Había vivido como si tuviera que experimentar todo de inmediato, antes de que le quitaran de golpe la libertad. Cuando en adelante recordaba esos años, sabía que tenía suerte de estar viva.
La última vez que había visto a Henry, había llegado con el exclusivo propósito de arrastrarla de vuelta a casa. Para entonces se había deshecho de Rocky y se había mudado a un apartamento en un sótano de Spokane con otras dos chicas. Henry había mirado el mobiliario de segunda mano, los ceniceros desbordantes, y la colección de botellas vacías de licor, y le había ordenado que empacara sus ropas. Se había negado y se habían enfrentado con dureza. Le había dicho que si no se subía al coche, la expulsaría de su vida, se olvidaría que era su hija. Y ella le había llamado un hijo de puta pomposo y controlador.
— Ya no quiero ser más tu hija. Es demasiado extenuante. Siempre has sido un padre muy dictador. Nunca me vuelvas a perseguir — fueron las últimas palabras que habló con Henry
Luego, cada vez que Gwen la llamaba por teléfono, estaba segura de que Henry no estaba en casa. Su madre visitó a Lali ocasionalmente en cualquier ciudad donde vivió, pero por supuesto Henry nunca vino con ella. Había sido fiel a su palabra. Había expulsado a Lali completamente de su vida, y nunca se había sentido tan libre; libre de su control, libre para echar a perder su vida. Y algunas veces estuvo realmente cerca de conseguirlo, pero durante el proceso, también creció.
Estuvo en libertad para ir a la deriva de un estado a otro y de trabajo en trabajo hasta que tuvo claro qué hacer con su vida. Finalmente había acertado seis años antes cuando se inscribió en La escuela de belleza. Después de la primera semana, supo que había encontrado su sitio. Amaba las sensaciones táctiles y el proceso entero de crear algo maravilloso ante sus ojos. Tenía la libertad de vestirse escandalosamente si quería, porque siempre habría alguien un poco más atrevido que ella.
Puede que le hubiera llevado algo más que una carrera, pero a fin de cuentas había encontrado algo en lo que era hábil y que le gustaba hacer.
Ser estilista le dio la libertad de ser creativa. También le dio libertad para mudarse cuando comenzaba a sentirse atrapada en un lugar, aunque no se había sentido claustrofóbica durante algún tiempo.
No hasta pocos meses antes cuando Henry tuvo que dirigir su vida una última vez con ese testamento abrumador, controlando su vida otra vez.
Lali recogió sus botas y entró en el dormitorio. Encendió la luz y lanzó sus botas al armario. ¿Qué estaba mal en ella? ¿Qué hizo que besara a Peter en una pista de baile abarrotada a pesar de su sórdido pasado? Había otros hombres disponibles alrededor. Cierto, algunos estaban casados o divorciados con cinco niños, y ninguno de ellos era tan maravilloso como Peter, pero no tenía un pasado doloroso como lo tenía con Peter.
Peter la serpiente. Eso es lo que era, como esa gran pitón con los ojos hipnóticos de El Libro de la selva, y ella era simplemente una indefensa víctima más.
Lali se miró en el espejo de encima del tocador y frunció el ceño. Puede que si no estuviera tan sola y sin objetivos no fuera tan susceptible de los encantos hipnóticos de Peter. Hubo una época en su vida en que la falta de rumbo había sido su meta. Pero ahora no. Estaba viviendo en un pueblo en el que no quería vivir, trabajando en una peluquería sin intenciones reales de éxito. Sus únicas metas eran sobrevivir y exasperar a Helen. Algo tenía que cambiar, y ella tenía que hacerlo.

 ---------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------Holaa!! Bueno suuuper agradecida a @siempreconlyp que recomienda mi nove y siempre dice que le gusto mucho!! Recomiendo la de ella (La nueva y la vieja) que estan suuuper buenas!! :D les dejo el link! Firmen chicas y gracias a la nueva lectora! :D 

4 comentarios:

  1. ME ENCANTA, de verdad! Quiero mássssssssssss, quiero Laliter, quiero accion jajaja

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  2. Gracias Juli!! :D Lastima que hay tan pocas firmas pero me alegro que lo lean y te guste!! :D, cuando vas a subir otro de la tuya? Esta de mas!!!!!

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  3. Es buenicima la nove !!!
    Me encanta

    besoss

    leti2311

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  4. Cuando vs a subir más? Me encantaaaaaaaa!
    Besos

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