Capítulo
Siete
Se alejaron ocho
kilómetros del pueblo y estacionaron en la orilla arenosa de Angel Beach. La
propiedad era privada y tuvieron que abrir una verja para llegar hasta allí.
Era una zona que Lali conocía al dedillo. El bosque denso daba paso a la arena
blanca y todo pertenecía a Henry.
Peter recostó la
espalda contra el capó del Mustang, luego plantó un pie en el parachoques. Sacó
dos Coors del pack de seis latas, colocando el resto del pack a su lado—. ¿Alguna
vez bebiste cerveza?— preguntó, haciendo estallar las anillas de la parte
superior y dándole una a Lali.
Henry le había dado
permiso para probarla.
—Bueno, claro. Desde
siempre.
Él le dirigió una
mirada desde debajo de sus pestañas.
—¿Desde siempre?, ya—
Se puso la lata en los labios y tomó un largo trago.
Lali lo observó y tomó
un sorbo de su cerveza. Hizo una mueca de desagrado y giró la espalda mirando
el Lago Mary a diez metros delante de ella. Un camino plateado surcaba las
oscuras aguas con el reflejo de la luna llena. La estela parecía mágica, como
si se pudiera recorrer la orilla por encima sin mojarse. Como si pudieras
atravesar andando el agua y llegar a algún lugar exótico. Ella tomó otro sorbo
de cerveza, y esta vez consiguió no poner mala cara. Una brisa fresca susurraba
en su piel, pero no tenía frío.
—Parece que no quieres
ir a la “U of I”.
Ella se volvió hacia Peter.
Los rayos de la luna llena brillaban en su pelo oscuro.
—No, no quiero ir a la
universidad ahora mismo.
—Entonces no vayas.
Ella se rió y tomó unos
sorbos más de su cerveza.
—Si, de acuerdo. ¿Y
cuándo tengo que querer hacer algo para hacerlo? Henry ni siquiera me preguntó
a qué clases quería asistir. Sólo me matriculó y pagó.
Peter se quedó quieto
un momento y Lali no tuvo que preguntarle lo que pensaba. La ironía era más
fuerte que las palabras. Peter trabajaba duramente para ir a la universidad, un
privilegio que su padre forzaba a
aceptar a Lali.
—Dile al viejo que te
deje en paz. Yo lo haría.
—Sé que tú lo harías, pero yo no
lo puedo hacer.
Él puso a la vista la
lata y preguntó,
— ¿Por qué no?
Porque siempre se había
sentido como si tuviera una deuda con Henry por rescatarlas a su madre y a ella
de ese pequeño remolque Airstream en las afueras de Las Vegas.
—Es sólo que no puedo—.
Su mirada recorrió el negro contorno de las montañas antes de descansar otra
vez sobre Peter—. Esto es tan extraño, —dijo ella—. Nunca habría pensado que tú
y yo acabaríamos siendo colegas de borrachera.
—¿Por qué?
Lo miró como si fuera
ligeramente retrasado.
—Porque tú eres tú. Y
yo soy yo, —dijo y tomó unos sorbitos más.
Su mirada se entrecerró.
—¿Quieres decir porque
tú eres la hija del alcalde y yo soy su hijo bastardo?
Su brusquedad la
asombró. La mayor parte de la gente que conocía no decía las cosas tan
directamente. Besaban el aire encima de la mejilla y le decían lo bueno que era
todo aunque no lo fuera. Se preguntó como sería tener la libertad de hacerlo
así.
—Bueno, yo no lo diría
de ese modo.
—¿Cómo lo dirías
entonces?
—Diría que tu familia
me odia, y que la mía no te tiene cariño.
Él inclinó la cabeza
para atrás y se terminó su cerveza. La estudió desde el borde de la lata hasta
que la bajó otra vez.
—Es un poco más de
complejo que eso.
—Cierto. Te has pasado
la mayor parte de tu vida torturándome.
La comisura de su boca
llena se curvó.
—Nunca te torturé.
Algunas veces te gasté bromas.
—¡Ja! Como cuando
estaba en tercer grado y me dijiste que Reggie Overton secuestraba a las
niñitas rubias y se las daba de comer a sus dobermans. Estuve aterrorizada con
Reggie durante años.
—Y tú te has pasado la
mayor parte de tu vida caminando a mi alrededor con la nariz alzada como si yo
oliera mal.
—No, no lo hice— Lali
se dijo que nunca lo había tratado así.
—Sí, lo hiciste —
aseguró.
—¿Porqué me besaste
esta noche?
Su mirada se deslizó
hacia su boca.
—Curiosidad.
—¿Curiosidad por ver si
te dejaba?
Él se rió
silenciosamente y deslizó los ojos por la fila de botones que cerraban su
vestido.
—No —dijo como si el
rechazo nunca se le hubiera ocurrido. Volvió la mirada a sus ojos—. Curiosidad
por saber si sabes tan dulce como parece.
Ella se estiró todo lo
alta que era y bebió unos sorbos más de la cerveza para adquirir el coraje de preguntarle:
— ¿Qué decidiste?
Él levantó un dedo y
dijo con una voz baja y sensual
— Ven aquí, Fierecilla.
Algo en su voz, lo que
dijo y la forma en que lo hizo, la llevaron hasta él como si estuviesen atados
con una cuerda y él hubiera tirado de ella. Sintió un cosquilleo en el
estómago.
—He decidido que sabes
como el vino de arándanos del Tío Josu. Definitivamente dulce, pero con un
toque caliente.
Ella escondió su
sonrisa detrás de la lata de Coors. Quería ser como ese vino.
— ¿Es malo?
Él tomó la cerveza de
su mano y la colocó detrás de él en el capó del coche.
—Depende de lo que
quieras hacer con eso—. Él colocó su cerveza al lado de la de ella y se levantó
con un movimiento fluido. Colocó dos dedos debajo de su barbilla y miró
fijamente a sus ojos—. ¿Te ha besado alguien alguna vez hasta que estabas tan
caliente que ardías?
Ella no contestó, no
queriendo admitir que nunca había estado tan consumida u ofuscada por la pasión
como para perder la cabeza o el miedo por Henry.
Peter llevó sus manos a
ambos lados de su cuello, e indagó en sus ojos.
—¿Hasta que no te
preocupaba ninguna otra cosa?— Él bajó su cara hasta su oreja—. ¿Ha tocado
alguien tus pechos?— murmuró—. ¿Debajo de la camisa, debajo del sujetador?
¿Dónde tu piel es caliente y suave?
Su lengua se le pegó al
paladar.
—¿Ha metido la mano
dentro de tus bragas?— Su boca abierta y caliente se movió por su mejilla—. ¿Sintiendo
cómo estabas resbaladiza y lista entre tus piernas?
Además de en la clase
de salud, nadie nunca había hablado antes a Lali sobre el sexo. Ella lo sabía,
lo había aprendido de películas y de escuchar sin querer a otras chicas de la
escuela. Incluso Cande asumía que era una puritana, pero aparentemente Peter
no. Peter había visto lo que nadie más, y en lugar de sentirse ofendida por su
lenguaje, ella giró la cara y lo besó. Durante años había oído rumores sobre
sus éxitos sexuales. Ella no quería que él pensara que era ingenua y aburrida
en comparación y a propósito aumentó la pasión y le devoró con sus labios y su
lengua. Se dejó caer de cabeza en el calor ardiente que quemaba su piel. Su
joven cuerpo se llenó de los jugos calientes del deseo, y por primera vez en su
vida, se dejó llevar.
El beso barrió
totalmente sus diferencias, dejándolas fuera por el exceso de la pasión. Sus
manos se movieron a su espalda y se deslizaron por ella. Tomó sus nalgas con
las palmas de las manos y la puso de puntillas aplastando sus pechos contra su
tórax. Él la apretó contra su pelvis y la dejó sentir su dura erección. Ella no
tuvo miedo. En vez de eso se sintió libre. Liberada para explorar por sí misma
lo qué otras chicas de su edad sabían. Liberada para ser una deseable chica de
dieciocho años a punto de convertirte en una mujer. Se excitó con las nuevas
sensaciones y asombrada, quiso que la tocara como a cualquier otra chica. Para
perderse en él.
Él se echó hacia atrás
y la dejó deslizarse por su cuerpo.
—Es mejor que nos
paremos aquí, Fierecilla.
Pero Lali no quería
detenerse. Aún no. Ella se deslizó por su pecho, amoldando perfectamente su
cuerpo al de él. Se relamió los labios y degustó su sabor.
—No—. Un escalofrío lo recorrió y él clavó los ojos
en ella como si quisiera apartarla de un empujón pero realmente no pudiera
hacerlo. Lo miró a los ojos, luego bajó la mirada rozando su cara apuesta. Besó
su mejilla y justo debajo de su oreja—. No nos detengamos—. Ella abrió la boca
y chupó su piel caliente. Él olía a jabón y a piel y a brisa fresca de la
montaña.
Las manos de Peter se
movieron a su cintura, luego resbalaron por sus lados, aferrando la tela de su
vestido. La bastilla se subió hasta la parte superior de sus muslos, y él presionó
su erección contra su abdomen—. ¿Estás segura de que ésto es lo que quieres?
Ella inclinó la cabeza.
—Dímelo. Dime que no es
un error.
—Tócame como dijiste.
Él llenó la palma de su
mano con su pecho derecho.
—¿Aquí?
Su pezón se convirtió
en un punto duro.
—Sí.
—No has contestado a mi
pregunta. ¿Te ha tocado alguien alguna vez así?
Ella miró sus ojos, y
fue como si viese el otro lado de Peter. Por primera vez vio detrás de su
impresionante cara, al hombre que había dentro. No conocía a este Peter. Su mirada
era intensa, pero la acarició como si fuera muy delicada.
—No.
—¿Por qué?— suavemente
acarició con el pulgar sobre la punta de su pecho, y ella se mordió los labios
para no gemir en voz alta—. Eres preciosa, Lali, y podrías tener a cualquiera
que quisieras. ¿Por qué yo?
Sabía que no era
hermosa, no como su madre. Pero tal y como la miró y la tocó, y el tono de su
voz cuando lo dijo casi se lo hicieron creer. La hacía creer que cualquier cosa
era posible.
—Porque haces que no
quiera decir que no.
Él gimió con
profundidad en su garganta y bajó su boca a la de ella una y otra vez. El beso
comenzó como una ligera caricia de sus labios pero rápidamente se volvió duro,
húmedo, áspero. El empuje carnal de su lengua tocó algo igualmente carnal
dentro de ella y se retorció contra él. Ella quiso meterse dentro de Peter,
sentirse rodeada por él. Cuando él finalmente la apartó, su respiración era
pesada. Alcanzó los botones que le cerraban el vestido, y miró fijamente sus
ojos mientras trabajaba hacia abajo hasta que el algodón rosa estuvo abierto
hasta su cintura. Una punzada de aprensión penetró en la neblina ardiente que
anegaba su cabeza. Nadie la había visto desnuda nunca, y aunque quería que la
tocara, no quería que la mirara. No un hombre como Peter que había visto
más de la parte que le correspondía de mujeres desnudas, pero entonces él abrió
el vestido y pasó el tiempo de decirlo. El aire fresco coqueteó con sus pezones
ya tensos, y él bajó la mirada a sus pechos desnudos. La miró tan fijamente que
su aprensión aumentó y ella levantó las manos para ocultarse de él.
—No te escondas de mí—.
Él agarró sus muñecas y las puso detrás de su espalda. Su columna vertebral se
arqueó, y los tirantes de su vestido se deslizaron por sus brazos. Él otra vez
se apoyó contra el capó del coche, apretando su cara contra sus pechos
desnudos. Murmuró su nombre, luego besó su hendidura. Su mejilla fresca
acarició el interior de sus pechos, y ella se olvidó completamente de su
aprensión—. Eres preciosa—. Sus palabras calentaron su piel y tiraron de su
corazón, y esta vez ella creyó lo que le decía. Él descansó la frente contra
ella, su pelo oscuro contrastaba extremadamente con su piel blanca—. Sabía que
lo serías. Siempre lo he sabido. Siempre—. Luego su boca caliente se movió sobre
su pecho y deslizó la abertura de sus labios sobre la misma punta—. Sabía que
serías rosada aquí mismo.
Durante un fugaz
segundo Lali se preguntó cómo lo sabía, pero entonces su lengua rodeó su pezón
y su cerebro se cerró a cualquier pensamiento coherente. Su respiración se hizo
menos profunda, observó como su lengua se torcía, lamiéndola.
—¿Te gusta esto?
Detrás de ella, las
manos de Lali se apretaron en puños.
—Sí.
—¿Cuánto?
—Esto... bastante.
—¿Quieres más?
Lali cerró los ojos y
su cabeza cayó a un lado.
—Sí — contestó, y él
dibujó su pezón con su boca. Sus labios apretaron y ella sintió el tirón entre
sus piernas. Se sentía bien. Tanto que no quería que se detuviera. En toda la
vida. Su boca se movió al otro pecho y también chupó ese pezón. Su lengua lamía
y estoqueaba y la conducía más allá—. Peter —murmuró y soltó sus muñecas de su
agarre. Su vestido cayó al suelo alrededor de sus pies. Ella metió los dedos en
su pelo, acercándole más a su pecho.
—¿Más?
—Sí— Realmente no sabía
exactamente lo que quería, pero definitivamente quería más de ese dolor
ardiente que se formaba en su abdomen. Quería más de él.
Una de sus grandes
manos calientes se deslizó entre sus piernas y él suavemente la ahuecó en su
entrepierna. El delgado algodón de su ropa interior era la única barrera que
separaba la palma de su mano de su carne sensible—. Estás mojada.
El dolor abrasador se
intensificó y apenas podía hablar.
—Lo siento — se
disculpó.
—No lo hagas. Siempre
he querido hacerte mojar las bragas—. Él se levantó otra vez y le dio un beso
rápido. Luego la cogió por la cintura y la colocó en el capó del Mustang que
acababa de dejar libre. Le movió los pies al parachoques de cromo y dijo —
Acuéstate, Lali.
—¿Por qué?— Ella le
puso una mano en el pecho y luego la movió a la parte delantera de sus
pantalones vaqueros, presionando contra la protuberancia dura debajo de su
cremallera.
Él contuvo la
respiración y empujó sus hombros hasta que ella yació con la espalda contra el
fresco metal—. Porque voy a hacerte sentir realmente bien.
—Ya me siento bien—. Le
tendió los brazos y él se situó entre sus muslos.
—Entonces voy a hacerte
sentir mejor todavía—. Plantó las palmas de las manos a ambos lados de su
cabeza y la besó como si quisiera abrasarla. Cuando levantó su boca otra vez le
dijo — Voy a hacerte arder.
Lali miró hacia arriba,
a su bella cara y quiso que hiciera el amor con ella. Quería saber lo qué otras
mujeres de su edad sabían. Quería que Peter se lo enseñara. —Sí —dijo, todo lo
que él quisiera.
Él sonrió mientras sus
hábiles manos bajaban sus bragas por sus piernas. Ella sintió el algodón
deslizándose por sus pantorrillas y entonces le sacó la ropa interior. Sus
manos subieron por la parte interior de sus muslos, y uno de sus pulgares la
tocó donde estaba más resbaladiza. El placer fue indescriptible. Sus dedos
acariciaron su carne húmeda hasta que quiso gritar.
—¿Más?
—Sí, —murmuró ella
cerrando los ojos—. Más—. Su toque era tan bueno que era casi doloroso,
haciendo crecer intensamente la presión de su ingle. Ella quería llegar al
final, pero al mismo tiempo seguir así para siempre. Lo quería desnudo y encima
de ella, llenando sus brazos con su cuerpo caliente. Ella abrió los ojos y lo
miró, parado entre sus rodillas, mirando hacia abajo con los párpados bajados—.
Haz el amor conmigo, Peter.
—Te daré algo mejor que
el amor—. Se puso sobre una rodilla y suavemente le besó el interior del muslo, Lali se quedó petrificada, sumamente agradecida de
estar rodeada de oscuridad. Cuando dijo que sí, no había querido decir eso.
Habría apretado las piernas pero Peter estaba en el medio. No estaba segura lo
que él iba a hacer, pero estaba bastante segura de que no iba a hacer eso.
Pero lo hizo. Deslizó
sus manos debajo de ella acercándola a su boca abierta y caliente. El impacto
inapelable la mantuvo en silencio. No podía creer lo que él había hecho. Lo que
estaba haciendo. Quería decirle que se detuviera, pero no pudo decir ni una
sola palabra cuando un placer arrollador comenzó a formar remolinos sobre su
cuerpo. No pudo controlar el temblor que hormigueó hacia arriba por su columna
vertebral y en lugar de empujarlo, arqueó la espalda. Su lengua y su boca
acariciaban suavemente entre sus piernas de la misma forma que habían besado
sus pechos.
—Peter, —gimió y le
sujetó la cabeza con ambas manos. El placer aumentaba, tensándose y cada toque
de su lengua la empujaba hacia el pico del clímax. Él puso uno de sus talones
sobre su hombro e inclinó sus caderas. La tomó totalmente con su boca rozando
su carne sensible. Las increíbles sensaciones se fortalecieron y arrollaron su
cuerpo, entonces la empujaron a la cima.
Las estrellas por
encima de su cabeza se desdibujaron mientras se sentía deslizar sobre una ola
de éxtasis ardiente. Gritó su nombre una
y otra vez mientras el calor ardiente atravesaba sus pechos y sus muslos.
Contracciones involuntarias la hicieron temblar, y cuándo acabó se sintió
distinta. Se escandalizó por lo que había hecho y quien se lo había hecho, pero
no estaba arrepentida. Nunca se había sentido tan cerca de ninguna otra persona
en su vida, y quiso que la abrazase.
—¿Peter?
Él con mucho cuidado le
besó el interior de su muslo.
—Mmm.—
Al contacto de sus
labios, repentinamente se volvió muy consciente de su bochornosa posición. Se
tocó las ardientes mejillas mientras quitaba el pie de su hombro y se
incorporaba.
Él se levantó y ahuecó
su cara entre sus manos.
—¿Más?
No era ni ingenua, ni
estúpida y supo perfectamente lo que le preguntaba. Quería darle el mismo
impresionante placer que él le había dado.
—Más—. Sacó la camiseta
de la cinturilla de sus pantalones vaqueros y abrió los botones de su bragueta.
Sus manos la cogieron de las muñecas y la detuvieron.
—Espera un minuto —dijo
antes de que un rayo de luz le golpease en plena cara—. ¡Joder!
Lali miró por encima de
su hombro y los dos focos de un coche dirigidos hacia ellos la cegaron.
Adrenalina pura pasó como un relámpago por sus venas, y empujó a Peter y se
bajó de un salto del capó al mismo tiempo. Su vestido yacía a sus pies y lo
cogió al mismo tiempo que el Lincoln plateado de Henry se paraba al lado del
Mustang. Se metió el vestido de verano por la cabeza pero sus manos le
temblaban tanto que no lo podía abotonar.
—Ayúdame —gritó a nadie
en particular.
Peter giró e intentó
abotonar los botones de la cintura del vestido. Le murmuró algo, pero no lo
pudo oír sobre el martilleo de sus oídos.
—¡Apártate de ella!—
gritó Henry a voz en cuello y al segundo abrió la puerta del coche.
Cerró los dos botones
de arriba pero estaba indefensa para controlar el pánico que fluía dentro de
ella. Recorrió el suelo con la vista y vio el gran pie de Peter pisando sus
bragas. Los pequeños sollozos llenaron sus pulmones.
—¡Saca tus malditas
manos asquerosas de ella!
Lali levantó la mirada
cuando Henry los alcanzó. Él apartó de un empujón a Peter y la apretó contra
él. Ambos hombres eran de la misma altura, la misma constitución, los mismos ojos
verdes brillando intermitentemente. Los faros del Lincoln iluminaban cada
penoso detalle. La camisa de vestir de Henry, su pelo plateado
—Nunca pensé que te
rebajarías hasta este punto, —dijo Henry señalando a Peter—. Siempre he sabido
que me odiabas, pero nunca pensé que caerías tan bajo sólo para vengarte de mí.
—Tal vez esto no tenga
nada que ver contigo —dijo Peter, bajando las cejas.
—Y una mierda que no
tiene nada que ver conmigo. Me has odiado toda tu vida, y has estado celoso de Lali
desde el día en que me casé con su madre.
—Cierto. Te he odiado
toda mi vida. Eres un hijo de puta, y el favor más grande que le has hecho a mi
madre fue negar que alguna vez te acostaras con ella.
—Y finalmente te
quitaste la espina. La única razón de que follases a Lali fue para vengarte de
mí.
Peter cruzó los brazos
sobre su pecho y apoyó su peso sobre un pie.
—Tal vez la follé porque
me pone como una piedra.
—Debería mandarte al
infierno.
—Dame tu mejor golpe,
viejo.
—Oh, Dios mío —gimió Lali
acabando con los botones de su vestido—. Henry, nosotros no…
—Vete al coche, —la
interrumpió Henry.
Ella miró Peter, al
amante tierno que la había hecho sentirse bella.
—¡Diselo!— Hacía unos
momentos se había sentido muy cerca de él, ahora no le conocía del todo.
Parecía relajado, pero era una ilusión. O tal vez si conocía a este Peter. Este
hombre hosco ante ella era el Peter con el que había crecido; El hombre que la
había recogido antes había sido una ilusión—. Por favor, dile que no ocurrió
nada, — le suplicó, para que le echara una mano—. ¡Dile que no hicimos nada!
Una ceja se levantó en
su frente.
—¿En qué exactamente
quieres que le mienta, Fierecilla?— preguntó—. Te vio sentada sobre el capó de
mi coche. Si hubiera llegado unos minutos antes, habría visto muchísimo más.
—Obtuviste tu venganza,
¿no es cierto?— Henry agarró el brazo de Lali y la empujó hacia Peter—. Cogiste
a una chica inocente y la ensuciaste sólo para ajustar cuentas conmigo.
Lali miró la dura
mirada de Peter y no supo qué creer. Quería creer que le importaba algo, pero
los ojos que la miraban eran tan fríos. Varios minutos antes le habría dicho a
Henry que estaba en un error, pero no sabía qué pensar ahora.
—¿Es cierto?— le
preguntó mientras una lágrima se deslizaba por sus mejillas calientes—. ¿Me
usaste para vengarte de Henry?
—¿Es lo qué piensas?
Lo que le había hecho
era tan privado, tan íntimo, que pensó que no podría soportar saber que la
había usado. Quería que le dijera a Henry que estaba equivocado, que la había
besado y acariciado porque la quería, no porque odiase a Henry.
—¡no lo sé!
—¿No?
—No.
Él no habló hasta
después de lo que pareció una eternidad, luego le dijo:
— Entonces cree a
Henry.
Un sollozo quedó
atrapado en su garganta y se fue tropezando hacia el Lincoln. Sentía como si
tuviera un agujero en el pecho, y logró meterse en el coche antes de que la
segunda lágrima se deslizase por su mejilla. El frío cuero bajo su trasero
desnudo le recordó que estaba completamente desnuda bajo el vestido. Miró
fijamente a través de la ventana a ambos hombres, y por encima del latir de su
corazón, oyó a Henry amenazar a Peter.
—Mantente lejos de mi
hija —gritó—. O te mantienes alejado o haré de tu vida un infierno.
—Podrás intentarlo
—dijo Peter, sus palabras eran apenas audibles a través del grueso cristal de
la ventanilla—. Pero no hay nada que me puedas hacer.
—Ya lo veremos—. Henry
se movió al lado del conductor del Lincoln—. Mantente lejos de Lali — advirtió
por última vez y se deslizó en el asiento delantero. Dio marcha atrás, y los
focos iluminaron a Peter durante cortos segundos. Y en esos pocos segundos, su
camiseta resplandeció de un blanco brillante, el algodón suave no estaba metido
dentro de la cinturilla del pantalón, y el botón de arriba de sus pantalones
vaqueros estaba desabrochado. Se inclinó para recoger algo, pero Henry hizo
girar las ruedas y el coche giró hacia la carretera antes de que pudiera ver lo
que había recuperado de la tierra. Pero no tenía que verlo, lo sabía.
Cuidadosamente, ahuecó su vestido bajo su trasero desnudo.
—Esto va a matar a tu
madre —se enfureció Henry.
Probablemente, pensó Lali.
Se miró las manos y una lágrima cayó en su pulgar.
—Fue a tu habitación a
darte las buenas noches, pero no estabas allí—. El Lincoln aceleró encima de la
carretera principal, y Henry revolucionó más el gran motor—. Está tremendamente
preocupada. Tiene miedo de que te hayan secuestrado.
Lali se mordió los
labios para no soltar la acostumbrada disculpa. No le importaba haber
preocupado a su madre.
—Pero espera que sepa
la verdad será peor que cualquier cosa que pudiera haber imaginado.
—¿Cómo me encontraste?
—No creo que tenga
importancia, pero varias personas te vieron subir al coche de Lanzani. Si no
hubieras dejado la verja abierta en Angel Beach, me habría llevado más tiempo,
pero te habría encontrado.
Lali no lo dudaba.
Volvió la mirada a la ventanilla del copiloto y se quedó mirando fijamente la noche
oscura.
—No puedo creer que me
persiguieras. Tengo dieciocho años de edad y no puedo creer que condujeras por
el pueblo buscándome como si tuviera diez.
—Y yo no puedo creer
que te encontrara desnuda como una prostituta de dos pavos —dijo y dejó su arenga
verbal hasta que aparcó el Lincoln en el garaje.
Tan calmada como era
posible dadas las circunstancias, Lali salió del coche y entró en la casa. Su
madre la encontró en la cocina.
—¿Dónde has estado?—
preguntó Gwen, su mirada bajó de la cara de Lali a los pies y volvió a subir.
Lali pasó de largo sin
contestarle. Henry se lo diría a su madre. Siempre lo hacía. Entonces juntos
decidirían su destino. Probablemente la castigarían sin salir como si fuera una
niña. Subió las escaleras a su dormitorio y cerró la puerta detrás de ella. No
trataba de esconderse. Tenía mejor criterio, y aunque no lo tuviera, la lección
de esta noche le mostró la futilidad de su independencia.
Miró su reflejo en el
espejo francés. El rimel estaba corrido por sus mejillas, sus ojos estaban
rojos y su cara pálida. Por lo demás estaba como siempre. No parecía como si su
mundo hubiera cambiado y estuviera en un nuevo lugar. Su cuarto estaba igual
que horas atrás cuando se había escapado por la ventana. Las fotos en el
espejo, y las rosas de su cubrecama eran iguales que siempre, pero todo era
diferente. Ella era diferente.
Había dejado que Peter
le hiciera cosas que nunca se había supuesto ni en sus sueños más
descabellados. Sabía que existía el sexo oral. Algunas chicas de la clase de
matemáticas se habían jactado de conocer como era, pero hasta esa noche, Lali
nunca había creído que la gente realmente hiciera ese tipo de cosas. Ahora
tenía otra perspectiva. Ahora sabía que a un hombre ni siquiera tenía que
gustarle la chica con la que estaba. Ahora sabía que un hombre podía hacerle
cosas increíblemente íntimas a una mujer por otras razones que la pasión o la
atracción mutua. Ahora sabía lo que era ser usada.
Cuando pensaba en la
boca caliente de Peter presionando en el interior de su muslo, sus mejillas
pálidas se pusieron al rojo vivo y desvió la mirada de su reflejo. Lo que vio
la avergonzó. Había querido sentirse libre. Librarse del control de Henry.
Liberarse de su vida.
Era una tonta.
Lali se puso un par de
pantalones vaqueros y una camiseta, luego se lavó la cara. Cuando acabó, fue al
despacho de Henry, dónde sabía que sus padres la estaban esperando. Estaban
detrás del escritorio de caoba, y por el gesto de la cara de Gwen, Henry la
había puesto al tanto de cada penosísimo detalle.
Los azules ojos de Gwen
estaban muy abiertos cuando miró a su hija.
—Bueno, no sé que
decirte.
Lali se sentó en una de
las sillas de cuero de delante del escritorio. No saber qué decir nunca había
detenido a su madre antes. No la detuvo ahora.
—Dime que Henry está
equivocado. Dime que no te vio en una situación sexualmente comprometida con
ese chico Lanzani.
Lali no dijo nada.
Sabía que no ganaría. Nunca lo hacía.
—¿Cómo pudiste?— Gwen
negó con la cabeza y colocó una mano en su garganta—. ¿Cómo pudiste hacerle eso
a esta familia? ¿Mientras salías a hurtadillas por la ventana del dormitorio no
pensaste en la posición de tu padre en esta comunidad? ¿Mientras dejabas que el
chico Lanzani pusiera sus manos sobre ti, te detuviste un segundo a pensar cómo
tu padre se angustiaría por tus acciones?
—No — contestó Lali.
Cuando la cabeza de Peter estaba entre sus muslos, no había pensado en sus
padres. Había estado ocupada humillándose completamente.
—Tú sabes como adora
este pueblo cotillear. Mañana, a las diez en punto, todo el mundo sabrá de tu
comportamiento vergonzoso. ¿Cómo pudiste hacerlo?
—Has lastimado a tu
madre profundamente,—agregó Henry. Eran como un equipo de lucha, cuando uno
saltaba y el otro se retiraba—. Si tu deshonroso comportamiento se llega a saber,
entonces no sé cómo mantendremos la cabeza alta en este pueblo—. Henry la
señaló con un dedo—. Nunca esperamos esto de ti. Siempre fuiste una chica tan
buena. Nunca pensamos que pudieras hacer algo tan vulgar. Nunca pensamos que
deshonrarías esta familia. No eres la persona que creíamos que eras. Incluso
creemos que no te conocemos.
Las manos de Lali se
cerraron con fuerza. Pero tenía mejor criterio que decir nada. Defenderse sólo
haría que todo fuera peor. Sabía que si decía algo, Henry consideraría que
estaba discutiendo con él, y Henry odiaba que cualquiera discutiera con él.
Pero Lali no podía evitarlo.
—Eso es porque nunca
has querido conocerme. Sólo te interesa como te hago quedar. A ti no te importa
cómo me siento.
—Lali — Gwen se quedó
sin aliento.
—A ti no te importa que
no quiera ir ahora a la universidad. Te dije que no quería ir, pero igualmente
me haces ir.
—De eso iba todo esta
noche —dijo Henry como si fuera un Dios omnipotente—. Te quisiste vengar de mí
por saber lo que es más conveniente para ti.
—Esta noche se trataba
de mí —dijo mientras se levantaba—. Quise ir a divertirme y ser una chica
normal de dieciocho años. Quise tener una vida. Quise sentirme libre.
—Quieres sentirte libre
echando a perder tu vida.
—¡Sí! Libre para echar
a perder mi vida si quiero, igual que todos los demás. Nunca tengo la libertad
de hacer nada. Tú lo eliges todo. Nunca tengo opciones.
—Y está bien así — Gwen
asumió el control—. Eres inmadura y egoísta, y esta noche escogiste al único
chico que podría herir a esta familia. Elegiste a una persona cuyo único
interés en ti era vengarse de Henry.
Lo que le había hecho Peter
era la humillación más horrible que había sufrido, pero la mayor desesperación
era saber que su vida se pondría peor. Miró a sus padres y supo que no iba a
ganar. Nunca lo entenderían. Nunca cambiarían. Y ella nunca escaparía.
—Te has rebajado, y
apenas puedo aguantar mirarte —continuó su madre.
—Entonces no lo hagas.
Vas llevarme a la Universidad de Idaho en una semana. Llévame mañana—. Lali se
dirigió a su habitación, la resignación pesaba en sus hombros. Subió las
escaleras, sus pies eran de plomo, su corazón estaba vacío, demasiado exhausto
para llorar. Ni siquiera se molestó en sacarse los pantalones vaqueros antes de
subir a la cama. Miro fijamente para arriba al dosel rosado y supo que no
podría dormir, y estuvo en lo cierto. Su mente revivió con detalle cada atroz
suceso de las pasadas horas. Lo que sus padres habían dicho. Lo que había dicho
ella, y qué nada cambiaría. Y no importó lo mucho que procuró evitar pensar en Peter,
su mente volvía una y otra vez a él. Recordó su toque cálido, la fresca textura
sedosa de su pelo en sus dedos, y el sabor de su piel. Cerró los ojos y
prácticamente notó su caliente boca mojada en sus pechos y más abajo. No supo
por qué lo había dejado engañarla con esas cosas. Le deberían haber bastado sus
experiencias previas con él para saber que podía ser agradable un minuto y ser
como una serpiente al siguiente. ¿Por qué Peter Lanzani de entre todas las
personas?
Lali ahuecó la almohada
y se puso de lado. Puede que porque él siempre había sido tan libre, y siempre
la había fascinado con su cara divina y sus gestos salvajes. Puede que porque
era tan guapo que la dejaba sin respiración, y esta noche la había hecho sentir
como si fuera bella también. La había mirado como un hombre que quería hacer el
amor con una mujer. La había tocado como si la quisiera. Pero todo eso había
sido una mentira. Una ilusión, y ella había sido una tonta ingenua.
Te daré algo mejor que el
amor,
le había dicho. Que hubiera escogido ese
método en particular era algo que no entendía. Pero no podía haber escogido
nada que la humillara más aunque hubiera tenido años para planearlo. La había
desnudado, y el había estado todo el rato vestido. Él la había tocado por todas
partes, y ni siquiera había obtenido un vislumbre de su pecho desnudo.
Su único consuelo era
que nadie sabía, ni Henry, exactamente qué había pasado sobre el capó del
Mustang de Peter. Y a menos que Peter hablase de eso, nadie lo sabría. Tal vez
su madre estaba equivocada. Tal vez nadie hablaría de ello.
Pero Gwen sólo se
equivocó sobre el tiempo que llevó que los cotilleos la alcanzaran. Fue al
mediodía, no a las diez, cuando al día siguiente Cande telefoneó y le dijo a Lali
que alguien había visto a Peter y a ella en el Charm Inn de la cercana ciudad
de Garden. Otro rumor los situaba desnudos corriendo a través de Larkspur Park
y practicando el sexo sobre los columpios. E incluso en otro rumor Peter y ella
habían sido vistos en el callejón detrás de la licorera, bebiendo tequila y
acostándose en el asiento trasero de su coche.
Repentinamente ser
despachada a la universidad no parecía tan malo. La Universidad de Idaho no era
la primera elección de Lali, pero estaba a
cuatro horas de Truly. A cuatro horas de sus padres y de su asfixiante
control. A cuatro horas de los rumores que recorrían el pueblo como un
huracán. A cuatro horas de tener que
poner los ojos en Peter o en cualquier miembro de su familia.
No, puede ser que la “U
of I” no fuese tan horrible después de todo.
—Si obtienes buenas
calificaciones y te comportas bien, entonces —dijo Henry en el viaje en coche a
Moscú, — tal vez aligeremos tus clases el año que viene.
—Realmente eso sería
genial — había dicho con gran desánimo. El
año siguiente era dentro de doce meses, y estaba segura de que haría
algo en ese lapso para desagradar a Henry. Pero lo intentaría. Como lo hacía
siempre.
Lo hizo durante un mes,
pero con su primer sorbo real de libertad se fue derechita al grano, tomó la
directa en su primer semestre. Perdió su virginidad con un fornido sindicalista
llamado Rex y cogió un trabajo de camarera en el Bar & Grill de Ducky que
era más bar que parrillada.
El dinero de su trabajo
le dio aun más libertad, y cuando cumplió diecinueve años ese febrero, abandonó
la residencia. Sus padres estaban lívidos, pero no le importó. Compartió casa
con su primer novio, un levantador de pesas llamado Rocky Baroli. Continuó su
educación universitaria leyendo los increíbles pectorales de Rocky y asistiendo
a cuanta fiesta podía dentro y fuera del campus. Aprendió la diferencia entre
un Tom Collins y un vodka Collins, importado y autóctono.
Había tomado su nueva
independencia y había corrido hacia ella. La había agarrado con ambas manos y
le había dado un mordisco bien grande, y no iba a regresar nunca. Había vivido
como si tuviera que experimentar todo de inmediato, antes de que le quitaran de
golpe la libertad. Cuando en adelante recordaba esos años, sabía que tenía
suerte de estar viva.
La última vez que había
visto a Henry, había llegado con el exclusivo propósito de arrastrarla de
vuelta a casa. Para entonces se había deshecho de Rocky y se había mudado a un
apartamento en un sótano de Spokane con otras dos chicas. Henry había mirado el
mobiliario de segunda mano, los ceniceros desbordantes, y la colección de
botellas vacías de licor, y le había ordenado que empacara sus ropas. Se había
negado y se habían enfrentado con dureza. Le había dicho que si no se subía al
coche, la expulsaría de su vida, se olvidaría que era su hija. Y ella le había
llamado un hijo de puta pomposo y controlador.
— Ya no quiero ser más
tu hija. Es demasiado extenuante. Siempre has sido un padre muy dictador. Nunca
me vuelvas a perseguir — fueron las últimas palabras que habló con Henry
Luego, cada vez que
Gwen la llamaba por teléfono, estaba segura de que Henry no estaba en casa. Su
madre visitó a Lali ocasionalmente en cualquier ciudad donde vivió, pero por
supuesto Henry nunca vino con ella. Había sido fiel a su palabra. Había
expulsado a Lali completamente de su vida, y nunca se había sentido tan libre;
libre de su control, libre para echar a perder su vida. Y algunas veces estuvo
realmente cerca de conseguirlo, pero durante el proceso, también creció.
Estuvo en libertad para
ir a la deriva de un estado a otro y de trabajo en trabajo hasta que tuvo claro
qué hacer con su vida. Finalmente había acertado seis años antes cuando se
inscribió en La escuela de belleza. Después de la primera semana, supo que
había encontrado su sitio. Amaba las sensaciones táctiles y el proceso entero
de crear algo maravilloso ante sus ojos. Tenía la libertad de vestirse
escandalosamente si quería, porque siempre habría alguien un poco más atrevido
que ella.
Puede que le hubiera
llevado algo más que una carrera, pero a fin de cuentas había encontrado algo
en lo que era hábil y que le gustaba hacer.
Ser estilista le dio la
libertad de ser creativa. También le dio libertad para mudarse cuando comenzaba
a sentirse atrapada en un lugar, aunque no se había sentido claustrofóbica
durante algún tiempo.
No hasta pocos meses
antes cuando Henry tuvo que dirigir su vida una última vez con ese testamento
abrumador, controlando su vida otra vez.
Lali recogió sus botas
y entró en el dormitorio. Encendió la luz y lanzó sus botas al armario. ¿Qué
estaba mal en ella? ¿Qué hizo que besara a Peter en una pista de baile
abarrotada a pesar de su sórdido pasado? Había otros hombres disponibles
alrededor. Cierto, algunos estaban casados o divorciados con cinco niños, y
ninguno de ellos era tan maravilloso como Peter, pero no tenía un pasado
doloroso como lo tenía con Peter.
Peter la serpiente. Eso
es lo que era, como esa gran pitón con los ojos hipnóticos de El Libro de la selva, y ella era simplemente una indefensa víctima más.
Lali se miró en el
espejo de encima del tocador y frunció el ceño. Puede que si no estuviera tan
sola y sin objetivos no fuera tan susceptible de los encantos hipnóticos de Peter.
Hubo una época en su vida en que la falta de rumbo había sido su meta. Pero
ahora no. Estaba viviendo en un pueblo en el que no quería vivir, trabajando en
una peluquería sin intenciones reales de éxito. Sus únicas metas eran
sobrevivir y exasperar a Helen. Algo tenía que cambiar, y ella tenía que
hacerlo.
---------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------Holaa!! Bueno suuuper agradecida a @siempreconlyp que recomienda mi nove y siempre dice que le gusto mucho!! Recomiendo la de ella (La nueva y la vieja) que estan suuuper buenas!! :D les dejo el link! Firmen chicas y gracias a la nueva lectora! :D http://siempreconlyp.blogspot.com.br/
ME ENCANTA, de verdad! Quiero mássssssssssss, quiero Laliter, quiero accion jajaja
ResponderEliminarGracias Juli!! :D Lastima que hay tan pocas firmas pero me alegro que lo lean y te guste!! :D, cuando vas a subir otro de la tuya? Esta de mas!!!!!
ResponderEliminarEs buenicima la nove !!!
ResponderEliminarMe encanta
besoss
leti2311
Cuando vs a subir más? Me encantaaaaaaaa!
ResponderEliminarBesos