Hola chicassssss!!!! Les dejo otro cappp!!! Porfaa Lean la nove de Juli @siempreconlyp que esta buenisima y firmen asiii nos regala el cap 15 :D!!! Estan muy buenas sus dos noves las reee recomiendo!! :D Besossss y firmennn!! mi tw @frilaliter
Capítulo
Diez
Peter apretó el volante
hasta que sus nudillos se pusieron blancos. El latido insistente en su ingle le
urgía a darle la vuelta al Jeep y aliviar su necesidad dolorida entre los
suaves muslos de Lali. Imposible, desde luego. Por muchas razones.
Si quisiera, podía
llamar a Gail al móvil y encontrarse con ella. Había algunas otras que podía
llamar, también, pero no quería eso. No quería tener relaciones sexuales con
una mujer mientras pensaba en otra. Mientras quería a otra. No era un bastardo
tan grande. Ni tampoco estaba enfermo.
En lugar de llamar a
nadie, aparcó su Jeep al lado de los restos quemados del granero de Henry. Dejó
el motor encendido y puso punto muerto. No sabía por qué había ido allí. Tal
vez quería buscar la respuesta en los escombros ennegrecidos. Respuestas que
sabía que nunca tendría.
No
tengo sitio aquí. Odio este pueblo. Odio todo esto. No puedo esperar para
marcharme. Quiero recuperar mi vida. Sus palabras todavía hacían eco en su cabeza. Aún
quería agarrarla y sacudirla.
Pero ella estaba en lo
cierto. No tenía sitio en Truly. Desde el momento que había mirado sobre el
ataúd de Henry y la vio allí con ese traje verde y esas oscuras gafas de sol,
había complicado su vida. Cuando volvió, había traído el pasado con ella. Y
también todas las viejas complicaciones estúpidas que nunca había entendido.
Peter miró el frente de
su camisa y abrochó los botones. El motor del Jeep y el zumbido estable de la
calefacción eran los únicos sonidos que se oían en el aire de la mañana.
Te odio, le había murmurado, y
la creyó. Más temprano, cuando llegó a su puerta con sus cerraduras nuevas, su
propósito no era hacer que lo odiara, pero lo había hecho bastante bien. Su
odio era más conveniente, y realmente se sentía un poco aliviado. No más besos
ni toqueteos con ella. No más llenar su mano con su pecho firme ni su pezón
duro bajo su pulgar.
Recostó su cabeza hacia
atrás contra el asiento y clavó los ojos en la parte superior beige del techo
de lona. Todo lo que ella tenía que hacer era mirarle y él deseaba revolver su
pelo. Dejarlo caer entre sus dedos y comerle los labios. Tal vez Henry había
estado en lo cierto. Tal vez había sabido lo que Peter se negaba a admitir,
incluso ante sí mismo. Todavía quería cosas que no podía tener. En el pasado,
alguna vez había obtenido esas cosas inalcanzables, y había seguido adelante.
Pero con Lali, no podía. No la podía tener y no podía seguir adelante. Si no
fuera por el testamento de Henry, ya habría tenido relaciones sexuales con
ella, y al día de hoy ya la habría olvidado. De todas formas ella no era el
tipo de mujer con la que le gustaba pasar el tiempo. Sus ropas eran extrañas y
tenía boca de bruja. Ni siquiera era la mujer más bella que había conocido. De
hecho, estaba horrible esa mañana. Había visto muchas mujeres que no se veían
demasiado bien al despertarse, pero joder, ella estaba categóricamente
espeluznante.
Peter levantó la cabeza
y se quedó mirando el parabrisas. Pero no importaba que aspecto tuviera. La había deseado. Había
querido besar su boca somnolienta y su piel suave. Había querido llevarla de
vuelta a la cama donde sus sábanas estaban todavía calientes. Desnudarla y
enterrarse profundamente entre sus cálidos muslos.
La había querido tocar
como en cualquiera de las mil fantasías que él había tenido mientras crecía.
Como la tuvo la noche que se había subido a su coche. La noche que había
conducido hasta Angel Beach. Esa noche, ella había actuado como si le hubiera
querido también, pero se había marchado con Henry. Lo había dejado solo y
ansiándola. Otra fantasía más sin cumplir.
Maldijo y metió la
primera en el cambio de marchas del Jeep. Las anchas llantas derraparon en la
carretera de tierra cuando aceleró en dirección al pueblo. Tenía algunos
contratos que firmar en sus oficinas, y su madre y Pepo le esperaban para el
almuerzo. En vez de eso, condujo hasta una de sus obras ochenta kilómetros al
norte, en Garden. Los subalternos se sorprendieron de verle. Los carpinteros se
quedaron todavía más asombrados cuando se puso los guantes de trabajo y recogió
un taladro. Taladró como si estuviera en el
infierno el suelo y las paredes. Habían pasado varios años desde que él
y Pepo participaban en la parte física de la construcción. La mayor parte del
tiempo iban de un lado a otro o con contratistas y proveedores. Y si no hacia
una de las dos cosas o las dos a la vez, entonces creaba un negocio nuevo. Pero
después del día que había tenido, se sintió bien haciendo trabajo físico.
Cuando llegó a casa,
fuera ya estaba oscuro. Lanzó su chaqueta de cuero y sus llaves del coche sobre
la encimera de mármol de la cocina, entonces fue por una Bud. Podía oír la
televisión en otra parte de la casa pero no estaba preocupado. Toda su familia
tenía las llaves de su casa y Sophie a menudo se pasaba para ver una película
en su pantalla gigante. Sus botas hicieron eco en el suelo de madera dura
mientras iba al salón.
La televisión se apagó
y Pepo se levantó del sofá beige de cuero. Echó el mando a distancia sobre la
mesa de pino para café.
—Deberías llamar a mamá
y decirle que no estás muerto en una zanja.
Peter quitó el tapón de
su cerveza y miró a su hermano mayor.
—Lo haré.
—Los dos hemos
intentado localizarte desde el mediodía. ¿Olvidaste el almuerzo?
—No. Decidí conducir
hasta Garden.
—¿Por qué no llamaste?
No había querido oír la
desilusión en la voz de su madre o escuchar la culpabilidad que sonaría en su
cabeza.
—Me puse a trabajar.
—¿Por qué no
contestaste al móvil?
—No me dio la gana.
—¿Por qué, Peter?
—Ya te lo dije. ¿De qué
demonios va todo esto? No me has estado esperando porque no haya contestado al
móvil.
Las cejas de Pepo
descendieron sobre sus ojos color café.
—¿Dónde fuiste?
—Te lo dije.
—Dímelo otra vez.
El semblante ceñudo
hacía juego con el del su hermano.
—Vete al Diablo.
—Es cierto entonces. Lo
que todo el mundo dice de ti es cierto. Follabas a Lali Espósito en el
mostrador en su peluquería. Allí mismo en la calle Main, donde cualquiera que
pasara os podía ver.
Una sonrisa lenta
comenzó en las comisuras de la boca de Peter, luego estalló en carcajadas.
Pepo no le vio la
gracia.
—Dios mío, — exclamó—. Cuando
mamá me dijo que había oído que estabas besando a Lali en Hennesey's, le dije
que no lo creyera. Le dije que no eras tan estúpido. ¡Jesus, María y José, lo
eres!
—No, no lo soy. No
follé con Lali ni en su peluquería, ni en ningún otro sitio.
Pepo inhaló por la
nariz y se rascó el cuello.
—Tal vez todavía no,
pero todo llegará. Vas a caer de cabeza y a perderlo todo.
Peter miró la cerveza y
tomó un sorbo.
—Ahora llegamos a la
razón real de que estés aquí. El dinero. No te importa con quien me acueste,
mientras puedas poner tus manos en Silver Creek
—Claro. ¿Por qué no? Lo
admito. Lo quiero tanto que me inunda el pensamiento por las noches con todas
esas casas de un millón de dólares y como gastar todo ese dinero. Pero incluso
si ese terreno no valiera una mierda, aun estaría aquí porque soy tu hermano.
Porque me arrastré por los arbustos contigo. Espié contigo, pinché contigo la
rueda de su bicicleta pensando que lo hacíamos porque tenía una Schwinn[1]
nueva. Tenía lo que deberías haber tenido tú. Y porque pensaba que la odiabas.
Pero no lo hacías. Le pinchaste la rueda porque querías acompañarla a su casa.
Dijiste que fuiste con ella porque así Henry te vería y se cabrearía, pero era
mentira. Estabas colgado por ella. Siempre se te ha puesto dura con Lali Espósito
desde que puedo recordar y todo el mundo sabe que tú piensas con tu polla.
Lentamente Peter dejó
su botella en la repisa de la chimenea de piedra.
—Creo que es mejor que
te vayas antes de que te patee el culo hasta fuera de mi casa.
Pepo cruzó los brazos
sobre su ancho pecho, no parecía que tuviera intención de irse pronto.
—Esa es otra. Esta casa.
Mírala.
—¿Sí?
—Mira alrededor. Vives
en una casa de trescientos cincuenta metros cuadrados. Con cuatro dormitorios y
cinco cuartos de baño. Y eres un tío, Peter. Uno.
La mirada de Peter se
centró en la chimenea de suaves piedras de río, el techo alto con las
vigas descubiertas y las ventanas de
vidriera que daban al lago—. ¿Y qué pasa?
—¿Para quién la
construiste? Dices que nunca te vas a casar. ¿Para qué necesitas una casa tan
grande?
—¿Por qué no me lo
dices tú? Parece que tienes todas las respuestas.
Pepo se balanceó sobre
los talones.
—Querías pasársela por
las narices a Henry.
Estaba lo
suficientemente cerca de la verdad para que Peter no lo negara.
—Eso no es nada nuevo.
—Y a ella, también.
—Estás lleno de mierda
— se mofó—. Ni siquiera vivía aquí.
—Lo hace ahora, y vas a
echar a perder tu vida por una pija de mierda.
Peter apuntó hacia la
puerta principal.
—Vete antes de que
realmente me cabree.
Pepo se adelantó,
deteniéndose a un metro.
—¿Me vas a echar,
hermanito?
—¿Tengo que hacerlo?— Peter
era más alto, pero Pepo era como un toro. Y no era sólo que Peter no quisiera
pelearse con su hermano, sino que sabía que Pepo era como una apisonadora. Se
sintió aliviado cuando Pepo negó con la cabeza y salió.
—Si vas a tener sexo
con ella, hazlo ya. —Suspiró Pepo mientras cogía su chaqueta de detrás de una
butaca de cuero—. Hazlo antes de que líes a más contratistas en Silver Creek.
Hazlo antes de que pidamos más préstamos y me hagas perder más tiempo.
—No te preocupes por
nada de eso, — Peter reconfortó a su hermano que se encaminaba a la puerta
principal—. No me voy a acercar a Lali y tengo el presentimiento de que me
evitará por mucho tiempo.
—¿Entonces qué pasó hoy
en la peluquería?
Peter abrió la puerta
de pesada madera.
—Nada. Cambié sus
cerraduras. Eso es todo.
—Lo dudo—. Pepo se
encogió de hombros y bajó las escaleras—. Llama a mamá — dijo—. Cuanto antes,
mejor.
Peter sacudió la cabeza
y regresó al salón. No estaba de humor para llamar a su madre. No quería oír su
discurso acerca de Lali. Cogió la cerveza y salió a través de una puertaventana
a la terraza. El vapor se elevaba desde el jacuzzi octagonal, y le dio al interruptor de las burbujas. Su
hombro derecho le dolía por el trabajo que había hecho en Garden. Se desnudó y
las burbujas se abatieron sobre sus brazos y pecho en cuanto entró en el agua
caliente y espumeante. De las ventanas de la casa surgían parches rectangulares
de luz pero no llegaban hasta la esquina de la terraza.
Pepo había estado en lo
cierto en algunas cosas y totalmente equivocado en otras. Peter originalmente
había construido su casa como un gesto tipo “corte de mangas” hacia Henry. Pero
antes de que tuviera la construcción a medias, había perdido el interés de
probarle nada a nadie. Hasta que volvió Lali, realmente no había planeado
volver a verla. Su hermano estaba lejos de acertar con esa teoría. Había estado
cerca de la verdad sin embargo con la suposición de la bicicleta. Originalmente
Peter no había tenido la intención de empujar la bicicleta hasta la casa de
Henry, pero entonces había visto la cara de ella cuando vio la rueda. La había
mirado como si estuviera a punto de estallar en lágrimas y se había sentido tan
culpable, que la había ayudado. Incluso le había dado un Tootsie Roll y ella le
había dado un chicle. De menta.
Pepo había estado en lo
cierto con respecto a lo otro, aunque lo llamaba un fuerte interés en vez de
estar colgado por ella. Pero en contra de la opinión de su hermano, no iba a
tener sexo con Delany. Podía no controlar la reacción de su cuerpo, pero sin
ninguna duda podía controlar lo que haría o no haría al respecto.
La gente decía muchas
cosas sobre él. Algunas eran ciertas. Otras no. En la mayoría de los casos no
le importaba. Pero a Lali si. La afectarían mucho los rumores.
Peter tomó un sorbo de
su cerveza y miró el reflejo de las estrellas en el agua negra del lago.
No quería hacerle daño.
No quería lastimarla. Era hora de que se mantuviera lejos de Lali Espósito.
Del interior de la casa
llegó el sonido del teléfono, y se preguntó cuánto tiempo le llevaría a su
madre darse por vencida con las llamadas telefónicas. Sabía que querría hablar
sobre los rumores como si tuviera algún tipo de derecho en su vida por ser su
madre. No fisgoneaba constantemente en la vida de Pepo como en la de Peter. Pepo
lo llamaba amor. Tal vez fuera eso, pero cuando Peter era niño, algunas veces
le había agobiado tanto que no podía respirar.
Peter colocó su cerveza
al lado de la bañera y se hundió más en el agua caliente. A su madre no le
gustaba conducir después de anochecer así es que creía que estaba seguro por
esa noche. La llamaría por la mañana y terminaría con eso.
Gwen se puso el
teléfono en la oreja por quinta vez en la última hora.
—Lali obviamente ha
descolgado el teléfono.
Llegó al borde de una
gruesa alfombra Aubusson y se detuvo. Él tomó el aparato de su mano y lo colgó.
—Entonces obviamente
tiene sus razones—. Frotó los hombros de Gwen y presionó sus pulgares en la
base de su cabeza—. Estás demasiado tensa.
Gwen suspiró e inclinó
la cabeza hacia un lado. Su suave cabello rubio rozó sus nudillos, y el olor a
rosas llenó su nariz.
—Es el último rumor
sobre ella y Peter, —dijo—. Quiere arrastrar a la ruina a mi hija.
—Sabrá manejar a Peter.
—No lo entiendes.
Siempre la ha odiado.
Max recordó el día que Peter
había ido a su oficina. El hombre había estado enojado, pero Max no había
tenido la impresión de que Peter tuviera algún tipo de animosidad hacia Lali.
—Tu hija es mayorcita.
Puede cuidarse—. Deslizó sus manos hacia su cintura y la apretó contra su pecho.
Parecía que cuando estaban juntos siempre pasaba lo mismo. Gwen se quejaba de Lali
y él quería tocarla como un amante. Quería más que un poco desde la muerte de
Henry y había encontrado placer en su cama en varias ocasiones. Era bella y
tenía muchísimo que ofrecer a un hombre. Pero le cansaba como se metía en la
vida de su hija.
—¿Cómo? ¿Creando un
escándalo?
—Si esa es su elección.
Has cumplido con tu parte. La has criado. Déjala ir o la podrías perder otra
vez.
Gwen se giró y Max vio
miedo en sus ojos.
—Tengo miedo de que se
vaya. Siempre pensé que se mantenía alejada por Henry, pero ahora no estoy
segura. Hace unos años cuando fui a visitarla, cuando vivía en Denver, me dijo
que siempre me ponía del lado de Henry. Piensa que nunca salí en su defensa. Lo
hice, pero porque Henry tenía razón. Necesitaba sacar buenas notas para ir a la
universidad y no quedarse atrapada en el pueblo—. Gwen hizo una pausa y aspiró
profundamente—. Lali es testaruda y guarda rencor por mucho tiempo. Sólo sé que
se irá en junio y que nunca regresará.
—Tal vez.
—No puede irse. Henry
podía haber hecho que se quedara más tiempo.
Max dejó caer sus manos
a los costados.
—Quería, pero le dije
que un juez podría anular el testamento si Henry estipulaba un tiempo más
largo.
Gwen se movió a la
chimenea. Se agarró a la repisa de ladrillo y contempló a Max a través del
espejo delante de ella.
—Debería haber hecho
algo.
Henry había hecho todo
lo que podía para controlar la vida de su gente desde la tumba. Y se había
quedado justo en el límite en el cual un tribunal tomaría medidas. Pero todo
era sumamente desagradable para el gusto de Max, y le molestaba que Gwen
estuviera de acuerdo con las estipulaciones de su marido muerto.
—Lali necesita quedarse
aquí. Necesita crecer.
Max miró el reflejo de
Gwen; Sus bellos ojos azules y la rosada boca voluptuosa, la blanca piel
perfecta y el pelo como caramelo. El deseo inflamó su ingle. Tal vez necesitaba
en su vida alguna otra cosa en la que pensar. Caminó hacia ella, decidido a
darle alguna otra cosa.
Peter no tuvo la
oportunidad de telefonear a su madre a la mañana siguiente. Llamó a su timbre a
las siete de la mañana.
Benita Lanzani dejó su
bolso en el mostrador blanco de mármol y miró a su hijo. Peter obviamente pensó
que la podría evitar, pero era su madre. Lo había parido, lo cual le daba
derecho a sacarlo a la fuerza de la cama. Sin importar que tuviera treinta y
tres años y ya no viviera con ella.
Él se había puesto un
par de harapientos Levi’s y una vieja sudadera negra, y sus pies estaban desnudos.
Benita frunció el ceño. Podría vestirse mejor. Peter nunca se arreglaba
demasiado. No comía cuando debería, y se pasaba el tiempo con mujeres ligeras
de cascos. Él no sabía que ella sabía sobre aquellas mujeres, pero lo hacía—. ¿Por
qué no puedes evitar a esa neska izugarri?
—No sé lo que has oído,
pero no pasó nada con Lali, — dijo, con la voz ronca por el sueño. Él tomó su
abrigo y lo colgó en el armario del vestíbulo.
Obviamente, él pensaba
también que la podía engañar. Benita le siguió a la cocina y lo miró mientras
ponía dos tazas en la encimera.
—¿Entonces que estabas
haciendo allí, Peter?
Él esperó hasta llenar
las tazas de café antes de contestarle.
—Puse cerraduras nuevas
en su puerta.
Ella miró su cara
cuando le ofreció la taza y lo vio de pie en su cocina como si nada importante
hubiera pasado en ese salón de belleza. Pero lo conocía bien. Sabía que cuanto
menos dijera, había más que no decía. Algunas veces necesitaba un camión Mack
para sacarle cualquier cosa. Había sido así durante mucho tiempo.
—Eso es lo que tu
hermano me dijo. ¿Por qué no pudo contratar un cerrajero como el resto de la
gente? ¿Por qué te necesita?
—Dije que lo haría—. Recostó
una cadera contra el mostrador y encogió un hombro—. No fue para tanto.
—¿Cómo puedes decir
eso? El pueblo entero habla de ello. No me has devuelto las llamadas
telefónicas y has estado escondiéndote de mí.
Sus cejas formaron una
línea, y la miró ceñudamente.
—No he estado
escondiéndome de ti.
Sí, lo había hecho, y
era por culpa de Lali Espósito.
Desde el día que se
había mudado a Truly, ella había hecho la vida de Peter más dura de lo que era
antes de que volviera.
Antes de que Gwen se
hubiera casado con Henry, Benita se había dicho a sí misma y a todos los demás
que Henry ignoraba a Peter porque no quería tener niños. Después, todo el mundo
supo que eso no era cierto. Henry únicamente no quería a Peter. Podía darle
amor y tiempo a una hijastra, pero rechazaba a su hijo.
Antes de la llegada de Lali
a la vida de Henry, Benita se sentaba con Peter en su regazo y lo abrazaba.
Besaba su dulce frente y le secaba las lágrimas. Después, no hubo ni más
lágrimas ni abrazos. Nada de suavidad en su hijo. Se revolvía en sus brazos y
le decía que era demasiado mayor para besos. Benita culpaba a Henry del dolor
que le había causado a su hijo, pero a sus ojos, Lali se convirtió en el
símbolo vivo del rechazo y la traición profunda. Lali había recibido todo lo
que le correspondía a Peter, pero no había sido suficiente para ella. Había
sido una alborotadora antes de irse.
Ella siempre había
hecho parecer malo a Peter. Como cuando le había golpeado con la bola de nieve.
Aunque no debería haber lanzado la bola de nieve, Benita estaba segura de que la
chica había debido hacer algo, pero en la escuela ni siquiera la habían
cuestionado. Habían culpado de todo el incidente a Peter.
Y entonces hubo ese
horrible episodio cuando esos terribles rumores sobre Peter beneficiándose a Lali
se habían propagado por todo el pueblo. Diez años después, Benita todavía no
sabía que había sucedido esa noche. Sabía que Peter no era precisamente un
santo cuando se trataba de mujeres, pero estaba segura de que él no había
tomado nada de Lali que no hubiera estado más que dispuesta a darle. Luego como
una cobarde, ella huyó escapando de los cotilleos candentes, mientras Peter se
había quedado atrás y había soportado lo peor. Pero el rumor sobre Peter y esa
chica no había sido lo peor de todo.
Ella miró a su ahora
alto y bien parecido niño. Sus dos hijos habían tenido éxito en lo que habían
hecho. Nadie les había dado nada, y se enorgullecía sumamente de ellos. Pero Peter…
Peter siempre necesitaría que lo vigilara, aunque él no pensaba que la
necesitara para nada.
Ahora todo lo que
realmente quería para Peter era que se asentara con una agradable chica
católica, se casara por la iglesia y fuera feliz. No pensaba que fuera mucho
pedir para una madre. Si se casase, las mujerzuelas dejarían de perseguirle
especialmente Lali Espósito.
—De todas maneras, no
le dirías a tu madre nada que hicieras con esa chica, — dijo—. ¿Qué debo creer?
Peter miró su cara y
tomó un sorbo.
—Te voy a decir una
cosa. Si ocurrió algo, no volverá a pasar.
—Prométemelo.
Él la miró con una
sonrisa fácil para tranquilizarla.
—Por supuesto, Ama.—
Benita no se
tranquilizó. Ahora que la chica estaba de vuelta, los rumores comenzaban de
nuevo.
Me tengo que poner al dia con tu nove, esta muy buena pero los caps son largos y no me da el tiempo de leerlos! pero cuando pueda lo hago,
ResponderEliminarun beso
Juli♥
@amorxca
ME ENCANTAAA, como todos! jajaja Espero por más accion. Yo se que Peter no va poder alejarse de Lali por mucho tiempo, ni ella de el jajajajajaj VAMOSSS, quiero más caps hot, quiero más Laliter! Besos amigaaaaaaaa ♥
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