martes, 29 de mayo de 2012

cap 17


Chicassssssssss!!!!! bueno les dejo el cap! Van a ser mas cortos porque son los ultimos!! Firmennn :D hay hasta el 21!

Capítulo Diecisiete




A Lali la despertó el suave roce de las puntas unos dedos acariciando su columna vertebral. Abrió los ojos y clavó los ojos en el ancho pecho velludo de Peter a menos de dos centímetros de su nariz. Ella se puso sobre el estómago, y un rayo del brillante sol matutino cayó sobre su piel.
—Buenos días.
No estaba segura, pero creyó sentir como la besaba en la coronilla.
—¿Qué hora es?
—Casi las ocho y media.
—Mierda—. Rodó hacia su lado y se habría caído al suelo si él no la hubiera agarrado del brazo y puesto una pierna desnuda sobre sus caderas. Una delgada sábana de flores era lo único que los separaba. Ella subió la mirada al mismo dosel rosado en donde se había despertado la mayoría de las mañanas cuando era más joven. La cama era pequeña para una persona, y mucho más para una persona del tamaño de Peter—. Tengo una cita a las nueve—. Ella reunió valor y lo miró, su peor miedo se confirmó. Estaba guapísimo por la mañana. La sombra de la barba hacía más oscura su mandíbula, debajo de sus gruesas pestañas, sus ojos eran demasiados intensos y alertas para las ocho y media de la mañana.
—¿No puedes cancelarla?
Ella negó con la cabeza y echó un vistazo alrededor buscando sus ropas.
—Si salgo dentro de diez minutos, podría llegar a tiempo—. Lo volvió a mirar a la cara y lo pilló clavando los ojos en ella, y mirándola como si estuviera memorizando todos sus rasgos o pasando revista a sus defectos. Podía sentir como sus mejillas se ponían ardientes, y se enderezó, apretando la sábana contra su pecho—. Sé que parezco un adefesio— dijo, pero él no la miraba como si estuviera medio muerta. Tal vez una por una vez en su vida había tenido suerte y no tenía ojeras.   —¿No?
—¿Te digo la verdad?
—Sí.
—De acuerdo—. Él cogió su mano y besó la palma—. Estás mejor que cuando ibas de pitufo.
Una arruga apareció en las esquinas de sus ojos, y Lali sintió un cosquilleo caliente que subió desde las puntas de sus dedos y se extendió a través de sus pechos. Éste era el Peter que amaba. El Peter que bromeaba mientras la besaba. El hombre que la podía hacer reír incluso cuando quería llorar.
—Te debería haber dicho que mintieras —dijo y apartó su mano antes de que se le olvidase la cita de las nueve. Tomó sus ropas tiradas en el suelo al lado de ella. Le dio la espalda, alcanzándolas y se vistió tan rápidamente como le era posible.
Detrás de ella sonaron los resortes del colchón cuando Peter se puso de pie. Él se desplazó por la habitación, recogiendo su ropa del suelo, completamente despreocupado por su desnudez. Con un calcetín en la mano, ella lo miró meter las piernas en el Levi’s y abotonarlo. Bajo la tenue luz matutina, Peter Lanzani era un caño de primera. La vida no era justa.
—Dame tus llaves, y te calentaré el coche.
Lali metió el pie en el calcetín. Nadie se había ofrecido nunca para calentar su coche, y el simple gesto la conmovió.
—En el bolsillo del abrigo—. Después de que él dejara el dormitorio, Lali se lavó la cara y cepilló los dientes y el pelo. Cuando cerró la casa detrás de ella, las ventanillas del Cadillac de Henry estaban limpias. Nadie había raspado nunca sus ventanillas tampoco. La nieve nueva parecían lunares brillantes contra el fondo plateado. Estuvo a punto de llorar. Nadie se había preocupado nunca por su seguridad y bienestar, excepto tal vez su antiguo novio Eddy Castillo. Había sido un forofo del ejercicio, preocupado por su dieta. Le había regalado un Salad Shooter[1] por su cumpleaños, pero un electrodoméstico para la cocina no se podía comparar con calentar el coche y raspar sus ventanillas.
No preguntó a Peter cuando lo vería otra vez. Él tampoco lo dijo. Habían pasado la noche como amantes, pero no se había mencionado el amor ni siquiera planes para cenar.
Lali logró llegar a la peluquería momentos antes que su primer cliente, Gina Fisher, que se había graduado un año después de Lali en la escuela y tenía tres niños menores de cinco años. Gina había llevado su grueso pelo por la cintura desde el séptimo grado. Lali se lo puso por los hombros y se lo cortó en capas. Le puso reflejos rojos e hizo a la cansada madre verse joven otra vez. Después de Gina, peinó a una chica que quería parecerse a Claire Danes. Tuvo un tinte a las once, cuando cerró la peluquería al mediodía finalmente pudo darse una ducha. Se dijo que no estaba esperando la llamada de Peter o el sonido de su Jeep, pero por supuesto lo hacía.
Como aún no lo había escuchado a las seis de la tarde, se subió al Cadillac para hacer unas compras de Navidad. No había comprado el regalo aún para su madre y acabó por comprar una de esas guías trampa para turistas de elevado precio en la repleta tienda de Eddie Bauer. No encontró nada para su madre, pero soltó setenta pavos en una camisa de franela, del mismo verde que los ojos de Peter. La envolvió en papel de regalo de aluminio rojo, y cuando llegó a casa y la puso encima de la mesa del comedor. No tenía mensajes en el contestador. Rebobinó toda la cinta sólo para estar segura, pero él no había llamado.
No supo nada de él ni al día siguiente, ni la mañana de Navidad, y se sentía más sola que nunca en su vida. Se sobrepuso a sus nervios y llamó a Peter para desearle Feliz Navidad, pero no le contestó. Pensó en pasar por su casa para ver si estaba allí y la evitaba. Finalmente, condujo a casa de su madre para visitar a Duke y Dolores. Al menos los dos Weimaraners estaban felices de verla.
Al mediodía, se había enganchado a una película de zombis llamada The Christmas Story, sobre un niño que se llamaba Ralphie. Sabía lo que era desear algo que no se podía tener. Y también sabía lo que era tener a una madre que la hacía llevar un horrible disfraz de conejito. Cuando Ralphie estaba a punto de sacarle los ojos con su pistola “Red Ryder B-B”, el timbre de la puerta sonó. Los Weimaraners levantaron sus cabezas, luego se volvieron a tumbar, probando que no eran demasiado buenos como perros guardianes.
Peter estaba de pie sobre el porche con su chaqueta de cuero y sus Oakley. Su aliento flotaba en el aire frío mientras curvaba su boca con una lenta sonrisa sensual. Él estaba tan bueno como para cubrirlo de azúcar por completo y comerlo. Lali no sabía si dejarlo entrar o darle un portazo en las narices por dejarla colgada los pasados dos días. La brillante caja dorada de su mano decidió su destino. Lo dejó entrar.
Él se sacó las gafas de sol y las metió en un bolsillo y sacó un trozo de muérdago y lo puso sobre su cabeza.
—Feliz Navidad, — dijo. Su boca caliente cubrió la suya, y ella sintió el beso hasta la punta de los pies. Cuando él se separó para mirarla, ella colocó las palmas de las manos en sus mejillas y le hizo bajar para seguir. Ella ni siquiera se molestó ocultar sus sentimientos. No estaba segura de poder hacerlo de todas maneras. Pasó sus manos sobre sus hombros y a través de su pecho, y cuando terminó, le acusó, — Te he echado de menos.
—Estuve en Boise anoche, hasta muy tarde—. Cambió el peso de pie y le tendió la caja—. Esto es para ti. Me cautivó cuando la descubrí.
Ella miró la caja dorada y pasó suavemente una mano por encima.
—Tal vez debería esperar. Tengo un regalo para ti en mi apartamento.
—No —insistió como un reo en el corredor de la muerte que sólo quería apresurarse y terminar todo tan rápido como fuera posible—. Adelante, ábrelo ya.
Bajo sus manos, el suave papel fue desgarrado con excitación. Apoyada en un lecho de pañuelos de papel había una corona de diamantes falsos como las que se daban en los concursos de belleza.
—Desde que Helen te robó esa corona en la escuela secundaria, siempre pensé que te traería una mejor.
Era grande y llamativa y absolutamente la cosa más bella que nunca había visto. Se mordió el labio inferior para que no le temblara cuando sacó la corona de su suave lecho y le dio la caja a Peter.
—Me encanta—. Los diamantes falsos reflejaron la luz y resplandecieron a través del vestíbulo. Se la colocó en la cabeza y se miró en el espejo al lado de la percha. Las piedras brillantes tenían forma de corazones y con un corazón central mayor que el resto. Ella parpadeó para contener las lágrimas mientras lo miraba a través del espejo—. Éste es el mejor regalo de Navidad que me han dado jamás.
—Me alegro de que te guste—. Él colocó sus grandes palmas en su estómago, luego las deslizó bajo su suéter hacia sus pechos. A través de su sujetador de encaje, ahuecó sus pechos, sus dedos presionaron su carne cuando la echó hacia atrás contra su pecho—. En el largo viaje en el coche desde Boise la noche pasada, pensé en ti llevándola puesta y sin nada más encima.
—¿Alguna vez has hecho el amor con una reina?
Él negó con la cabeza y sonrió abiertamente.
—Eres la primera.
Ella agarró su muñeca y lo llevó hacia el sofá donde había estado viendo la televisión. La desnudó con manos lentas y lánguidas y la hizo sentirse bella, deseada y amada allí mismo en el sofá de color limón de su madre. Ella pasó las puntas de sus dedos por su caliente espalda desnuda y besó su hombro suave. Deseó que aquel momento durara para siempre. Su piel se estremeció y su cuerpo se encendió. Su corazón se hinchó cuando él besó sus pechos sensibles, y cuándo él enterró su erección caliente en el interior profundo de su cuerpo, estaba más que preparada. Él colocó sus manos a ambos lados de su cara y la miró fijamente a los ojos mientras lentamente la penetraba una y otra vez.
Ella miró su cara, su mirada verde, viva con la pasión que él sentía por ella, sus labios húmedos por su beso, su respiración entrecortada.
—Te amo, Peter, — murmuró. Él se detuvo por un momento, luego se zambulló más profundamente, más duro, una vez y otra vez, y ella murmuró su amor con cada envite hasta que cayó de cabeza en el éxtasis más dulce de su vida. Oyó sus primitivos y profundos gemidos y la mezcla de palabras a la vez ruego y maldición. Luego su peso se derrumbó sobre ella.

5 comentarios:

  1. Comencé a leer su nove ayer y me encantó. Ya estoy ansiosa por el prójimo capitulo!!

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  2. Me encantaaaaaaaaaaaaa :)
    Buenisima :)

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  3. me encantoooooooooo! mas mas mas mas - juli @siempreconlyp

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